Realmente, no piden mucho los residentes. Sólo que el Ajuntament
les instale más puntos de luz y que termine de arreglar las
calzadas de sus calles, lo que podría llevar un poco más de vida a
ese otro centro histórico de Palma que tiene la Rambla como
frontera y la calle Sant Jaume como referencia de calidad, pero del
Ajuntament sólo reciben comprensión y buenas palabras, pero pocas
realidades.
Aunque son calles muy céntricas, curiosamente no constituyen un
lugar de paso para los transeúntes, y los coches tampoco abundan,
puesto que la estrechez de esas vías no permite que en ellas se
formen los tan contemporáneos atascos. Para el resto de ciudadanos,
los que residen fuera de esa zona, se trata de un espacio casi
desconocido, como si se tratara de «otra ciudad lejana», porque
casi nada hay de convencional que atraiga al público, con la
excepción de la calle Sant Jaume, porque la actividad comercial es
casi nula, y de ello dan fe las puertas de los locales, cerradas de
antiguo.
En su mayoría, a los residentes les va bien esa quietud de las
calles, aunque desearían mayor actividad, «porque no es que nos
sintamos faltos de atención, nos sentimos abandonados», dice un
antiguo residente, quien afirma que con reiteración se ha dirigido
a los dirigentes políticos municipales para reivindicar más
atención a esa zona urbana, especialmente a lo que se refiere al
alumbrado nocturno y también a las calzadas de las calles, cuyo
asfalto presenta un estado general que recuerda a un paisaje
lunar.
Así pues, parece ser que la iniciativa privada es la que puede
llevar una mayor vida, a base de reformar antiguos edificios,
muchos de ellos de suntuosa planta. «De nuestra zona, antiguamente
se decía que era un lugar de cases grans i bosses curtes». Pero
para los que reforman los edificios existe un problema para el cual
la solución no acaba de llegar, como pasa en tantos otros lugares,
y es el cableado aéreo, esa maraña de cables eléctricos,
telefónicos y tubos de gas, que tantas veces se anuncia que se
deben soterrar, y que ahora penden de las fachadas en sujecciones
provisionales, que confieren una imagen que nada tiene que ver con
la idea de la ciudad deseada.
Pep Roig
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