En 1930 un mínimo de 20.000 baleares habían emigrado ya a Argentina
en lo que fueron la primera y segunda grandes expediciones
protagonizadas por los isleños. Allí, se agruparon y vivieron según
el origen de procedencia (en San Pedro vivían los de Felantix; en
La Plata, de Alcúdia y Pollença, y en Córdoba, los menorquines de
Ciutadella), favoreciendo la continuidad de la cultura en un nuevo
ámbito: hijos y descendientes de los primeros emigrantes
aprendieron a hacer ensaimadas, las tradicionales matanzas, a
hablar mallorquín y a bailar los bailes típicos.
«La colectividad balear fue bastante exitosa en el sentido
económico: muchos fueron muy buenos comerciantes y progresaron.
Hubo también quien quiso regresar, pero no pudo hacerlo por falta
de dinero. Ahora la crisis nos ha afectado a todos, los mayores
tienen jubilaciones muy pobres, se ha diluido aquel éxito
socioeconómico y la juventud descendiente de Baleares tiene los
problemas generales de la juventud argentina», afirma Aina Jofre,
argentina nieta de alcudiense, estudiosa de la emigración balear a
Argentina y organizadora de la exposición que se inaugura mañana en
el patio de la Conselleria de Presidència titulada «Así vivieron,
así viven los emigrantes baleares y sus descendientes en la
Argentina».
«Alrededor de un millar de baleares y sus descendientes han
regresado a Mallorca entre 1999 y los primeros meses de 2002.
Muchos nietos quieren regresar a la tierra de sus abuelos si tienen
la posibilidad de integrarse. Durante años han participado en sus
Casas Baleares aprendiendo las tradiciones de aquí y muchos de los
que han llegado se encuentran con dificultades. Esa cultura balear
que llevan dentro y que han aprendido no se valora», añade Aina
Jofre, que comparte como ellos las mismas dificultades respecto a
la obtención de la nacionalidad española.
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