Lugares distintos e historias diversas que realmente son la misma:
la de las familias mallorquinas que dejaron la isla para buscar
fortuna en América, pero que no quieren perder su identidad. Ayer,
los descendientes de los primitivos emigrantes, que son los
respectivos presidentes de las 23 casas de Balears, se reunieron en
Palma para participar en la sesión plenaria del Consell de
Comunitats Balears a l'Exterior. El conseller de Presidència,
Antoni Garcías, abrió la sesión para explicar las líneas básicas de
la política del Govern en relación a las comunidades baleares en el
exterior, así como información de los programas e iniciativas que
se prevé llevar a cabo por parte de las distintas conselleries.
El turno de intervención de los convocados de las casas baleares
lo abrió Manuel Comas, presidente del Centro Balear de Cuba, que
consiguió aprobar, por unanimidad, su propuesta: «Los participantes
en el encuentro de comunidades baleares en el exterior reunidos en
Mallorca proclamamos unirnos a las voces de la inmensa mayoría de
los pueblos del mundo en un ¡sí a la paz y un no a la guerra!». El
ponente nació en Cuba «pero mi padre era del Port d'Andratx y aún
tengo aquí a primos y sobrinos. Entiendo el mallorquín, pero lo
hablo poco».
Quien lo habla perfectamente es Nicolau Ferrer «cent per cent
mallorquí nat a Mèxic», y también su esposa Maria Serra Pastor, de
México. «Nuestra familia es de Sóller y procuramos no perder las
raíces. En casa todos hablamos en mallorquín, lo mismo que con
nuestros amigos descendientes de Mallorca, con los que formamos una
comunidad muy unida, a pesar de las dificultades para encontrarnos,
debido a las grandes distancias y a los problemas de
inseguridad».
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