Durante la terapia se proyectan los filtros necesarios para mejorar la salud del paciente. Foto: PERE BOTA

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Vestirse de un color u otro no es una decisión fortuita, sino que suele depender de nuestro estado de ánimo. El color es fundamental en nuestra vida. Cada acto social tiene unos tonos predeterminados: blanco para las novias, negro para el luto, rojo para la seducción, entre otros. Yolanda de la Cruz es una de los pocos profesionales que llevan a cabo en nuestra Isla la terapia conocida como geocromos. En ella, el color, la luz y la geometría juegan un papel decisivo en el tratamiento de la salud y del bienestar tanto físico como psíquico.

Muchas de las enfermedades que sufrimos son psicosomáticas, es decir, provocadas por órdenes equivocadas que nuestra mente manda inconscientemente. La geocromoterapia ayuda a tratar estas enfermedades, ya que es un sistema corrector de la información molecular y psíquica, basada en esos tres factores de alta vibración, usados simultáneamente a través de filtros que corrigen o neutralizan las malas energías. El primero de estos factores, la geometría, es como un patrón de las realidades ordenadas del cosmos, que aporta el equilibrio. A su vez, el color transmite mensajes con la ayuda de la luz. Este último factor se aplica a través de un flash que produce una radiación semejante a la luz solar.

Durante la terapia, después de realizar un test de la persona, se proyectan mediante el flash los filtros necesarios, lo que comportará un cambio de información en el comportamiento inconsciente del individuo. Después, la terapeuta charla con el paciente para que éste conozca su tratamiento. Esta conversación no se hace previamente porque la terapeuta indaga, a través del geocromos, en la salud de la persona. Para utilizar estos filtros de sanación es preciso acudir a un profesional que tenga una buena formación para poder comprender en profundidad la incidencia de este método.

Samantha Coquillat