Cerca de 3.000 personas participaron ayer en la marcha silenciosa
por la paz organizada por la Iglesia de Mallorca, una concentración
que se inició a las 19.30 horas en la Plaça Major y finalizó en la
iglesia de La Sang. No hubo pancartas alusivas a la guerra, gritos
a favor de la paz ni alusiones políticas. Encabezó la marcha Teodor
Úbeda, obispo de Mallorca, tras la única pancarta que presidió el
recorrido y en la que se leía «Pregam per la pau». Una gran cruz de
madera acompañó a la pancarta y fue pasando de mano en mano.
Iniciada la marcha, el obispo abandonó la cabecera tras la pancarta
y se sumó a los miles de ciudadanos que respondieron a la
convocatoria de la Iglesia. «Vamos a pedir a Dios el don de la paz
sabiendo que eso nos compromete a trabajar por ella», afirmó
Úbeda.
Finalizada esta intervención, se inició la lectura y comentario de
las Bienaventuranzas, completada con música interpretada por un
conjunto integrado por miembros pertenecientes a diferentes
parroquias.
Un millar de velas se repartieron entre los asistentes.
Predominaban las personas adultas, religiosas, representaciones de
parroquias y algunos jóvenes. Eran miles de ciudadanos anónimos.
Sólo había algunas caras conocidas: Catalina Cirer, Cecili Buele,
Rafael Perere, Antoni Tarabini, ...
Con las palabras pronunciadas por el seglar Joan Oliver Araujo
-en las que aludió al silencio como una muestra de respeto hacia
las personas que no viven en paz- partió la marcha hacia Sant
Miquel, Oms y, finalmente la Sang, espacio que se quedó pequeño
para acoger a todos los participantes que fueron recibidos con un
emotivo solo de violoncello. Jaume Rovira, prior de la Sang, fue
quien comenzó el acto religioso, al que siguió la lectura por parte
de Nadal Bernat, delegado de Pastoral Universitaria, de un texto
consensuado por miembros de las iglesias de Sarajevo, Jerusalén e
Irak. «Nosotros, que hemos vivido o estamos viviendo todavía la
tragedia de la guerra, queremos decir al mundo entero, y de modo
particular a los poderosos de la tierra: ¡No emprendáis el camino
de la guerra porque es un camino sin salida», leyó Bernat.
Teodor Úbeda, que estuvo acompañado por el vicario general,
Andreu Genovart, y numerosos sacerdotes, finalizó el acto
realizando una paráfrasis del Padre Nuestro. «Que Dios nos perdone
dándonos su abrazo de reconciliación... perdónanos, así como
perdonamos a nuestros hermanos... y líbranos del mal de querer
justificar la guerra como si fuera un bien». La convocatoria de la
Iglesia de Mallorca terminó con el rezo multitudinario del
Padrenuestro, seguido de un gran aplauso por parte de todos los
asistentes que llenaron el templo de la Sang y pidieron en silencio
la paz para el mundo.
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