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La profesora de música Ana Losada y la educadora social Elisabet Carrasco imparten dos días a la semana clases de musicoterapia en el Colegio Público Vara de Rey, en Sant Antoni. Tanto este curso, como el de música (dirigido también por Ana Losada), el de psicomotricidad, el de malabares o el de catalán y castellano, forman parte del Programa d'Animació Socio-Cultural que el Ayuntamiento de este municipio puso en marcha recientemente. Además de los talleres dirigidos a niños y jóvenes, también hay clases de baile moderno y de bailes de salón para adultos. Con la colaboración del Servei d'Ocupació (SOIB) y el Govern balear, ha sido posible desarrollar un curso que, en el caso de las clases de música tienen un importante objetivo: «Nos gustaría conseguir que en Sant Antoni se instalase una escuela de música», señalaban las profesoras. «La música es muy importante y necesaria y en uno de los pueblos con más niños no hay nada así», añadía Ana Losada. Desde el Ayuntamiento, el concejal de Cultura, Miquel Costa, se mostraba muy satisfecho por el éxito que están teniendo los talleres y aseguraba que la mayoría de ellos tendrían una continuidad y que el proyecto de crear una escuela de música podría convertirse en una realidad. «De hecho la inversión en material que hemos hecho se podría aprovechar», decía Ana Losada.

Unos 10 alumnos participan en el taller de musicoterapia, una nueva iniciativa que pretende potenciar y desarrollar la capacidad de comunicación de estos niños a través de distintos ejercicios que siempre tienen la música como elemento común. «También sirve para que se relacionen, hagan expresión corporal y cojan habilidades musicales», comentaban estas dos profesoras que aseguran que les sobra «ilusión» para conseguir poner en marcha un proyecto que consideran esencial para la localidad. En un principio, el taller de musicoterapia (así como el de psicomotricidad, también impartido por Elisabet Carrasco) estaba dirigido a niños que padeciesen alguna discapacidad, pero finalmente se abrió a todos los alumnos y son muy pocos los que cumplen ese requisito inicial. En las clases de música participan 25 niños de entre seis y 12 años y han visto algo de piano, lenguaje musical y flauta dulce. «Mi objetivo era formar un grupo y en dos meses lo hemos hecho», señaló la profesora.
Sara Yturriaga