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Se pretende que Palma sea la capital turística del Mediterráneo, pero nadie parece ser capaz de cumplir, o hacer que se cumpla, una norma tan básica como la del respeto y el sentido común. Esta sección es reiterativa porque también lo son los hechos, como queda demostrado gráficamente. Y ya que son muchos los que se pasan los decretos por montera, porque no hay nadie capaz, o que quiera, sancionar debidamente al infractor, parece que lo mejor es incluir la mugre en los circuitos turísticos.

El guía podría mostrar a los asombrados turistas lugares como el de la foto de arriba. Y lo hubiera podido hacer durante todo el pasado fin de semana, desde el sábado por la tarde al lunes por la mañana, en una de las calles que hacen esquina con la calle del Sindicat. Como puede observarse, allí el visitante hubiera podido ver cómo actúan algunos comerciantes, dejando las cajas en lugar que no molesten directamente a su negocio, y también como se las gastan algunos de los habitantes de la zona, depositando las basuras fuera de los buzones. Y todo eso, gratis total, sin que ninguna autoridad competente sancione a esos malos ciudadanos.

También a los turistas se les podría mostrar cómo funciona en Palma eso de la normalització lingüística, donde los del centro comercial utilizan el catalán para su rótulo y el Ajuntament de Ciutat (¿o Ciudad?), el perfecto castellaño para su señalización vertical.

Otras de las propuestas sería mucho más colorista, y podría hacerse por muchas calles históricas de la ciudad y otras no tanto, pero en las que se pueden ver en los balcones la típica ropa tendida, mojando a los transeúntes y exponiendo un variado muestrario de lo que se lleva en esta ciudad, en cuestión de ropa interior.

En esta campaña de promoción, a los turistas se les podría explicar que todo eso es posible porque en Palma eso de hacer cumplir los decretos no suele estar bien visto en el Ajuntament, y también les podrían enseñar las zonas de Acire repletas de coches infractores sin sancionar, a pesar de la existencia de los discos que indican la prohibición, como es el caso de la calle Arco de la Merced.
Pep Roig