La biodiversidad del Mediterráneo presenta una gran riqueza y
complejidad, de las mayores del mundo, pero al mismo tiempo es una
gran desconocida. Ello incide en una escasa valoración y
sensibilidad ante nuestro patrimonio natural, que sólo florecen
cuando asistimos a la desaparición de un paisaje, pero seguimos
ignorando que, tras la agresión a la estética de un entorno,
también se esconden impactos sobre evoluciones de especies a lo
largo de miles de años y sobre frágiles equilibrios ecológicos que
han hecho posible no sólo la configuración del Mediterráneo tal
como lo conocemos actualmente, sino que también han sido la base de
su cultura.
Éstas podrían ser las conclusiones del primer día de las
Jornadas sobre Biodiversidad Mediterránea y su Conservación,
organizadas por eClub Ultima Hora y la Fundación
Ramón Areces, con una importante participación científica y un
numeroso público, mayoritariamente de estudiantes interesados por
unas exposiciones públicas de alto nivel que no son demasiado
frecuentes en Balears, fuera de los reducidos circuitos
académicos.
Las jornadas fueron presentadas por Eduardo Galante, coordinador
de las mismas, catedrático de Zoología de la Universidad de
Alicante, director del Centro Iberoamericano de la Biodiversidad y
presidente del Comité Español de la Unión Mundial de la Naturaleza;
y por Julio Villanueva, vicepresidente del Comité Científico de la
Fundación Ramón Areces.
Entre las conclusiones de esta primera jornada cabe destacar que
el Mediterráneo presenta un gran patrimonio natural, pero su
territorio, como cuna de la civilización occidental, ha sufrido una
gran presión de la actividad humana que, obviamente, se ha visto
acelerada e intensificada en el último siglo y medio.
Asimismo, tanto los recursos litorales como los marinos son
objeto de las agresiones humanas. La transformación del territorio
por parte del hombre es una continuidad lógica en el desarrollo de
la civilización, pero los efectos abusivos de su actividad sobre
las funciones naturales empiezan a ser preocupantes y, en algunos
casos, alarmantes. Igualmente preocupantes son el desconocimiento y
la indiferencia generales ante estos procesos agresivos y
desequilibradores del patrimonio natural.
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