De Pollença al Tíbet. No es el título de un álbum de Tintín ni
de una novela de Julio Verne, pero casi casi. Ésta es la odisea de
Miquel Cerdà, un joven pollencí de 29 años que decidió hacer un
paréntesis en su trabajo de informático para vivir tres meses en el
Tíbet. La finalidad era muy clara: colaborar con la ONG Comunidad
Humana montando los sistemas informáticos de dos oferlinatos de la
capital tibetana, la mítica Lhasa, y a la vez trabajar en
canalizaciones de agua potable en diferentes poblaciones tibetanas.
Ya de regreso, Cerdà explica que «han sido tres meses muy duros a
nivel físico, no sólo por la altura, sino también por las
condiciones de vida, pero volvería a ir mañana mismo. Cuando oyes
cómo sale agua al abrir una llave de paso los pelos de los brazos
se te ponen de punta, es una sensación inmensa poder ayudar a esta
gente».
Miquel contactó con la mencionada ONG a través de Internet.
«Durante más de un año estuvimos trabajando y el pasado 29 de
agosto marché a Lhasa, la capital del Tíbet». Asegura que en ningún
momento tenía pensado ir a esta zona geográfica. «Tenía muchas
ganas de ir a trabajar a Asia, sin embargo me daba igual adónde, al
final fui al Tíbet y si todo sale bien volveré a ir a pasar diez
meses más en un futuro». Pero no todo ha sido trabajar. Cerdà es un
«apasionado de las montañas y de todo aquello que hace referencia a
las excursiones y el senderisme. Es una cosa que me encanta, así
que los fines de semana que tenía libre aproveché para hacer
algunas cimas de cinco y seis mil metros, una experiencia
inolvidable».
Miquel explica que «la experiencia es muy buena, porque cuando
marchábamos a hacer los proyectos de canalizaciones de agua
teníamos que pasar cinco y seis días acogidos en familias de los
pueblos. Entonces tu concepción del mundo cambia totalmente, porque
ves que son personas que no tienen nada a nivel material, sin
embargo tienen una grandeza interior casi inalcanzable». A pesar de
estar en uno de los centros espirituales más intensos del mundo,
Miquel Cerdà asegura que no ha oído el llamamiento del budismo. «De
momento, de lo que sí puedo decir es que me he enamorado es de toda
la gente de allá». Comunidad Humana tiene una cuenta corriente para
quienes quieran colaborar económicamente con los proyectos
solidarios que esta ONG tiene en marcha en distintos puntos del
planeta: 2100 1676 880200040044.
S. Bennàssar
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