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Esta vez no hubo incidentes. Nadie llevó la protesta contra la guerra al mitin de presentación de la candidata del PP al Ayuntamiento de Palma, Catalina Cirer, quien anticipó que, de salir elegida, se iba a seguir ocupando, «como siempre» de las inquietudes de la calle. Cirer, en su primera intervención como candidata ante un auditorio mayor que el de los mitines en las barriadas, estuvo arropada por la plana mayor del partido y unas mil personas -fue preciso habilitar una sala auxiliar para seguir su intervención a través de una pantalla- en representación de las diferentes agrupaciones locales del partido. Para facilitar el desplazamiento se fletaron cinco autobuses. No era un público excesivamente joven, pese a la presencia de representantes de Nuevas Generaciones.

Además de la ausencia total de incidentes, la otra característica más destacada fue, sin duda, la confirmación de que Gabriel Cañellas ha sido totalmente «rehabilitado» para esta decisiva campaña de los populares. Tanto Catalina Cirer como Jaume Matas, el candidato autonómico, se dirigieron siempre a Cañellas -que se sentó en primera fila con los dirigentes actuales- como «president». No subió al escenario (fue consultado al respecto pero lo rechazó para no borrar protagonismo a la candidata) pero se dejó sentir. Cuando llegó al Conservatorio, donde se celebró el acto, fue efusivamente saludado. Al igual que Carmen Feliu. La presencia de Feliu en los mítines del PP tras su sorprendente recuperación, parece intuirse como una de las características de los actos del partido. Es una especie de talismán.

El «tempo» del mitin tuvo altibajos. Fageda calentó el ambiente, con Rodríguez se relajó un tanto, alcanzó sus horas más bajas con las palabras de Matas y volvió a elevarse con Cirer. La candidata entusiamó al auditorio, sobre todo con sus alusiones a Roig. El PP repartió un callejero de Palma con la imagen de Cirer.