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Tiene 87 años y el espíritu de un adolescente y es que el hecho de que tu pueblo natal decida ponerle tu nombre a una de sus plazas más bonitas rejuvenece a cualquiera. Jaume Mandilego Buchens lleva desde el martes esa alegría en el cuerpo y es que el Ajuntament de Santa Margalida en pleno acordó ese día honrarle con la nueva nomenclatura por ser el primer niño nacido en Can Picafort, concretamente en 1915. «Me hace mucha ilusión, como fuimos los primeros en vivir en Can Picafort me parece que está muy bien que hagan algo así, mi nieto Jaume me dice: cuando tú te mueras se quedará para mí», cuenta el abuelo Jaume con una sonrisa en la boca.

Este anciano, hijo de los primeros fonderos de Can Picafort, nació en la localidad en 1915, todavía hoy se conserva su casa natal y posa orgulloso junto a la ventana del cuarto en el que su madre dio a luz. «Cuando yo era niño sólo había el convento de las monjas y unas veinte casas, no había más niños con los que jugar, sólo los que paraban en la fonda a comer o a pasar el día», recuerda. Añora aquella naturaleza virgen de cuando era niño aunque asume los cambios, «hay que conocer todo», dice don Jaume. «Creo que Can Picafort ha crecido para bien, ahora veremos con la guerra», explica preocupado por el conflicto de Irak.

Jaume Mandilego cuenta emocionado cómo algunos de sus siete años de mili coincidieron con la Guerra Civil española «y después vino la segunda guerra mundial», añade. Jaume Mandilego vive tranquilo en Can Picafort, junto a su mujer y sus tres hijos y nietos. Conserva la costumbre de salir a pescar que adquirió siendo bien niño cuando eran a la vez fonderos y pescadores para nutrir de comida la fonda. «Salgo a pescar con mis amigos y luego hacemos una paella», nos cuenta. Al Can Picafort actual, Jaume Mandilego le añadiría «un ambulatorio, hay un centro médico pero me gustaría que pusieran uno para no tener que ir a Palma».

Elena Ballestero