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La devoción y el silencio fueron una vez más los grandes protagonistas de una de las celebraciones más espectaculares y genuinas de la Semana Santa mallorquina, el Davallament de Pollença. De esta forma, los pollencins y una multitud de visitantes vivieron de nuevo esta tradición religiosa después de la suspensión del año pasado por culpa del mal tiempo. Pasadas las nueve de la noche, la talla gótica que representa el Santo Cristo crucificado fue descendida de la cruz en lo alto del Calvario. Desde allí, se comenzó el desfile de todas las cofradías para bajar los 365 escalones que configuran el Calvario y que estaban repletos de público que como siempre guardó un impresionante y respetuoso silencio.

Una de las notas significativas fue que la alcaldesa de Pollença, Francesca Ramon, presidió el Davallament en lo alto del Calvario y comenzó la bajada con el resto de la procesión después de la cofradía de las capas. Ramon desafió así a los responsables de esta cofradía que no le dejaron hace dos años, por el hecho de ser mujer, presidir la ceremonia religiosa tal y como habían hecho siempre sus antecesores en el cargo. Los responsables de las cofradías decidieron un tiempo después modificar sus estatutos para que ningún político presidiese el acto. La polémica se volvió a abrir ayer con la decisión de la alcaldesa, que posteriormente se reunió con el resto de miembros del Consistorio, ubicados en un pequeño palco en la bajada del Calvario, para acudir hasta la iglesia parroquial.

La cofradía que protagoniza la procesión es la del Calvario, y se le conoce como la de las capas porque viste con capa mallorquina negra. Constituye una corte de honor del Cristo crucificado que es transportado a hombros hasta la iglesia parroquial de Nostra Senyora dels Àngels, donde se pronuncia el sermón de «La Soledad de Maria». A medida que los penitentes descendían por la espectacular escalinata del Calvario, se iban realizando paradas en la procesión durante las que se leían diferentes sermones. A la vez, y de fondo, sonaba el habitual y ceremonioso Miserere Crist Deus, interpretado por el coro.

Finalmente se llegó hasta la iglesia parroquial, también abarrotada de gente, donde se dio lectura a una plegaria, el citado sermón de «La soledad de Maria», y se realizó el acto religioso que los pollencins denominan «s'Enterro» del Cristo crucificado.