La Familia Real posa con el obispo y el Cabildo en la Porta de s'Almoina antes de entrar en la Seu. Foto: J. TORRES/C.VIERA

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Con más de mil personas en los alrededores de la Seu aguardando su llegada, dos minutos después de que hubiera sonado la última campanada del mediodía, los Reyes, don Juan Carlos y doña Sofía; el príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, y los duques de Palma, infanta Cristina e Iñaki Urdangarín -los duques de Lugo siguen en Estados Unidos, donde Jaime de Marichalar prosigue su rehabilitación-, llegaron al templo. A bordo de dos coches -un Volvo rojo, los primeros, y un BMW de color gris claro el Príncipe y los duques de Palma-, aparecieron en la plazoleta seguidos por sus escoltas.

Enseguida se escucharon voces de «¡Viva el Rey!», «¡Guapa!» -dirigidos a la Reina- y ¡Guapo! -para el Príncipe-. Frente a una de las puertas laterales -este año, a causa de las obras que se están efectuado en la fachada principial de la Catedral, la entrada no se efectuó por el Portal Major-, el obispo Teodor Úbeda y 11 de los 16 canónigos que componen el Cabildo les dieron la bienvenida. Seguidamente, y tras posar para los fotógrafos, accedieron todos al templo, donde minutos después comenzó el oficio solemne de Pascua, al que asiste la Familia Real en lo que ya es una cita tradicional de estas fiestas.

Finalizada la misa, los Reyes, Príncipe y duques de Palma tardaron varios minutos en alcanzar la puerta, ya que durante el trayecto no hicieron más que saludar, dando la mano a cuantos se lo pedían. Incluso hubo uno que se permitió la licencia de dar un cachetín cariñoso en la mejilla al Monarca. De nuevo en la calle, volvieron a arreciar los gritos de «¡Viva el Rey!», «¡Guapa!», «¡Guapo!» y «¡Felipe, Felipe!», a la vez que ellos correspondían con sonrisas y saludos.

Pedro Prieto