Miles de personas participaron ayer por la tarde en la IX Diada per
la Llengua i l'Autogovern, organizada por la Obra Cultural Balear,
acto que coincidió con el final del Correllengua 2003 y se
desarrolló, bajo el lema «No n'hi ha prou, en volem més!», por las
calles del centro de Palma, entre la Rambla y la Llonja pasando por
las plazas Major y de Cort. La larga y festiva tarde de
reivindicación de un mayor uso de la lengua catalana y de mayores
cuotas de autogobierno se iniciaba un poco más tarde de las 18
horas en la fuente de la Rambla, a donde la Flama de la Llengua
llegaba para hacer su último relevo tras nueve días de trayecto,
habiendo recorrido un total de 700 kilómetros a través de toda
Mallorca. En el Correllengua han participado más de 40.000 personas
que, de una forma u otra, han tenido la Flama de la Llengua en sus
manos o la han transportado en sucesivos relevos a la carrera.
En la fuente de la Rambla esperaban los candidatos a la alcaldía
de Palma, excepto Catalina Cirer, del PP (no había nadie de este
partido), y Ferran Trujillo, quien fue sustituido por Maties Barón
y Josep Lliteres. Los demás, Antoni Roig (PSOE), Pere Muñoz (PSM) y
Eberhard Grosske (EU-EV), acompañaron la Flama, portada por unos
niños, en una parte de la Rambla. A los alcaldables se les sumó la
consellera de Medi Ambient y número uno de la lista autonómica de
EU-EV, Margalida Rosselló. Estaba previsto que cada candidato
portase la Flama en ese último relevo e incluso tuvo lugar una
«dura» negociación junto a la fuente para determinar los tramos que
corresponderían a cada uno de ellos. La verdad es que finalmente no
hubo acuerdo y se optó por permitir que los niños continuasen
portando la llama. Los políticos se limitaron a acompañarles. En la
Rambla también estuvieron, pero sin correr junto a la Flama, el
candidato autonómico del PSM, Pere Sampol, y el conseller
d'Agricultura, Mateu Morro, del mismo partido.
Tampoco tuvo suerte el presidente del Govern, Francesc Antich,
quien estuvo aguardando la Flama en la Plaça Major, pero los actos
se desarrollaban con retraso y tuvo que marcharse sin ver la
antorcha porque tenía que tomar un avión a Menorca. Tras una breve
visita a la Trobada d'Escoles Mallorquines, en la Misericòrdia, la
Flama llegó a la Plaça Major, dando lugar al inicio de los actos de
la Diada. Miles de persones crearon entonces una cadena humana
entre la Plaça Major y la Llonja. Uno por uno, los presentes se
fueron pasando la antorcha en mano por la calles Colom, Plaça de
Cort, Conqueridor y Antoni Maura hasta el edificio gótico del
Passeig Sagrera, donde iba a tener lugar la clausura de la Diada
con la lectura de un manifiesto y una actuación del grupo Música
Nostra.
Una curiosidad fue la coincidencia, en hora y lugar, de la
llegada de la Flama a la Plaça Major con un encuentro mariano de
casas regionales. Algunos de los presentes creyeron que las casas
regionales participaban en la Diada, pero al comprobar que no era
así atribuyeron la coincidencia a una acción malévola de Cort.
Mientras tanto, los Tamborers y los Castellers amenizaban la tarde
con sus actuaciones. Una novedad fue la creación de dominós humanos
en Cort, Constitució y la Llonja. Numerosas personas se sentaban en
el suelo y creaban el efecto de piezas de dominó derribándose una
tras otra. Gracias a sus camisetas de colores, el efecto final era
un dibujo humano de la cuatribarrada con el signo «+» en azul, en
referencia al «más» reivindicado para el uso del catalán y el
autogobierno.
Otra curiosidad fue una prohibición de la Delegación del
Gobierno, que no permitió que la cadena humana se formara a lo
largo de las aceras del edificio, por lo que ésta siguió en línea
recta por Conqueridor. Aun así, frente a la Delegación sí se pudo
crear otro dominó humano. Ya en la Llonja, la Flama llegó entre
aplausos y acompañada por una pancarta con el lema «No n'hi ha
prou! Exigim molt més per la llengua i l'autogovern». Esta pancarta
fue portada por representantes de instituciones y entidades
cívicas, entre ellos el nuevo rector de la UIB, Avel·lí Blasco; el
secretario general de Unió de Pagesos, Pere Calafat; y la profesora
de Filologia y articulista de «Diari de Balears» Cathy Sweeny.
Finalmente, el profesor de Economía Aplicada de la Universitat
Pompeu Fabra, el menorquín Guillem López Casasnovas, leyó el
manifiesto, en el que reclamó más ambición para el uso de la lengua
catalana y el autogobierno, lanzando un mensaje de rechazo al
conformismo y reivindicando una mayor presencia del idioma propio
de Balears en todos los ámbitos, superando su actual situación de
inferioridad. Ya en el final de la Diada, el presidente de la Obra
Cultural Balear, Antoni Mir, expresó su satisfacción por el
desarrollo de los actos, destacando que «la presencia de la gente
demuestra que le importa el presente y el futuro de nuestra lengua.
En los últimos años se han hecho cosas en favor del catalán, pero
queremos más. Y el PP debería cambiar su discurso porque está fuera
de lugar».
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