La coreografía «Escenas de recreo» mostraba imágenes de un patio de colegio. Foto: SERGE CASES

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La cita era ayer por la tarde en el Conservatori Professional. Los alumnos de grado medio de Danza Contemporánea y de Danza Española debían demostrar lo aprendido a lo largo del curso en su actuación de final de curso. Instantes antes de empezar la actuación, los nervios eran los protagonistas. Instantes después, habían dado paso al baile en estado puro. Una de las imágenes de la tarde fue la multitud de cámaras de vídeo y fotográficas en manos de los padres.

Todos estaban intranquilos porque sabían que sus hijos se jugaban el honor. Y, ya se sabe, los padres siempre son un público muy exigente que presta atención a cualquier detalle y, sobre todo, a cualquier fallo. La primera prueba fue una pequeña muestra de Pantomima a cargo de cuatro alumnas. Empezaron caminando para terminar corriendo sin moverse del sitio. Después, llegó el turno de «Lligaments», una pieza que hablaba de «los lazos que se crean entre las personas como la dependencia o la colaboración», en palabras de Chus García, la profesora encargada de la coreografía de la pieza y de «Escenas de recreo», el montaje que siguió a «Lligaments» y que recreaba «escenas de un colegio y varios estados de ánimo».

La segunda parte estuvo protagonizada por la danza española. Concha Novo se encargó de las seis coreografías. Marina Rodagut y Neus Fernández, de 12 y 13 años respectivamente, participaron en la pieza «Sueño de un pescador», la historia de «un joven pescador que sueña con un grupo de bailarinas», dijo Neus. En un momento de la acción, «el sueño se convierte en realidad y el pescador baila con las jóvenes», aseguró Marina. «El Caserío», «Sacromonte», «Castilla», «Gigantes y cabezudos» y «Boda de Luis Alonso» completaron el cartel. Faldas de volantes, tacones y mallas negras, los atuendos.

Laura Moyà