A primera hora de la mañana de ayer, la vida seguía su curso normal
en el casco antiguo de la ciudad y, sobre todo, en su punto
neurálgico, la Plaça de Cort. Los palmesanos que se encontraban en
esos momentos en la plaza, sentados en una cafetería o paseando por
la zona, se quejaban, como casi siempre, de casi todo, de la calor,
de los pactos postelectorales -no de todos, claro-, de la situación
de la selección española de fútbol, de la carestía del nivel de
vida, de que días atrás habían pedido en otra cafetería un
«cortado» y les habían servido un café con leche y, en fin, del
resto de asuntos más o menos trascendentales de los que solemos
quejarnos los habitantes de Ciutat cada mañana, aunque,
afortunadamente, nunca con un excesivo apasionamiento.
El alcalde de Palma durante doce años y ahora, y hasta hoy, en
funciones, Joan Fageda, había llegado a su despacho oficial
alrededor de las nueve y media, como solía hacer habitualmente,
excepto cuando sus diversos compromisos institucionales se lo
impedían. En la entrada del edificio de Cort o en sus proximidades,
no había nada que indicase o delatase que el Consistorio estaba
ayer de mudanzas. Para diez concejales del equipo de gobierno
-incluido el primer edil- y para seis de la oposición, ayer era su
último día de trabajo en el Ajuntament y se hacía ya obligatorio,
por tanto, recoger los documentos, objetos y utensilios que aún no
habían sido retirados de las distintas estanterías y de los
muebles, para que a partir del próximo lunes puedan ser ocupados
por otros documentos, objetos y utensilios.
La oficina del teniente de alcalde de Infraestructures, José
María Rodríguez, se encontraba llena de cajas de cartón,
seguramente para poder introducir en ellas los cientos de proyectos
de obras, proyecto más, proyecto menos, que se han llevado a cabo
en Palma en estos últimos años. Es posible que a última hora de la
mañana Rodríguez se viera obligado a pedir todavía algunas cajas de
cartón más. A pesar de encontrarse también de mudanzas, el teniente
de alcalde de Turisme i Relacions Institucionals, Joan Bauçà,
desarrolló ayer una actividad paralela frenética, presidiendo
cuatro bodas, la primera la de Justin y Anne, a quienes sólo cabe
desear lo mejor, y recibiendo a una representación del navío
militar norteamericano «Empire State», acompañada por el agente
consular Tumy Bestard.
Curiosamente, las mudanzas eran también extensivas, en cierto
modo, al resto de concejales del equipo de gobierno que continuarán
todavía en Cort, porque, en sentido estricto, ninguno continúa en
la misma Regidoria en la que ha estado en esta última legislatura.
En las diversas plantas, los funcionarios iban y venían con sus
misteriosas carpetas y con sus misteriosos documentos, siempre a
punto de ser archivados o firmados. Por una vez, y sin que sirva de
precedente, apenas había colas en las oficinas municipales. El
presidente del Institut Municipal de l'Esport, Gaspar Oliver, y el
regidor d'Educació i Joventut, Jordi Llabrés, se acercaron hasta el
Ajuntament de Palma para saludar a Bauçà. Todos ellos, junto a
Carme Feliu, Maria Crespo, Rafel Vidal, Lys Riera, María Antonia
Carrasco, Carles Bona, Maria Antònia Ferrari, Francesc Mellado,
Gabriel Barceló, Margalida Thomàs, Sebastià Serra y Ferran Trujillo
ahora ya sólo acudirán a Cort como visitantes, como contribuyentes
o como ambas cosas a la vez.
El Consistorio contará, dentro de dos días, con nuevos
inquilinos, con otros ya veteranos que todavía permanecerán unos
cuatro años más y con la ausencia de unos terceros que, en general,
fueron muy queridos o apreciados a nivel personal. A diferencia de
lo que ocurre en el edificio municipal de las Avenidas, en el que
no se dan problemas de convivencia pues los ocupantes de sus seis
pisos pertenecerán a la misma familia, en Cort los ocupantes del
segundo y del cuarto piso también forman parte de la misma familia
-también llamada equipo de gobierno-, mientras que los ocupantes
del tercer piso forman parte de la oposición.
En este tercer piso, la oficina de UM permanecía ayer cerrada,
la del PSM-EN apenas registraba actividad, en la de EU-EV Antoni
Esteva y Eberhard Grosske ordenaban, y valga la redundancia, los
ordenadísimos papeles de Jordi López y en la oficina del PSIB-PSOE
se encontraba, como siempre, la regidora Rosa Marquès, también,
como siempre, trabajando. Hoy los antiguos y los nuevos inquilinos
de Cort se encontrarán en el salón de plenarios, y podrán hablar
del pasado y del futuro, de sus recuerdos y de sus futuras
esperanzas. Mientras tanto, en el interior y en el exterior de Cort
la vida seguirá poco más o menos igual que hasta ahora; en el
interior, quejándose la oposición del PP y viceversa, y en el
exterior, quejándonos los palmesanos, como casi siempre, de casi
todo, pero en uno y en otro caso, afortunadamente, sin demasiado
apasionamiento.
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