La solemnidad religiosa del Corpus en Palma va ligada desde hace
algunos pocos años a la apertura de los patios de las casas
señoriales del centro histórico, idea promovida en su momento por
el Consistorio palmesano. Este aspecto cultural supone un gran
atractivo pues se podrán ver de forma individual y a través de
visitas guiadas, además de poder asistir a conciertos que acogerán
algunos de ellos.
Un documento del siglo XIX informa que entonces Palma contaba
con más de 500 casas señoriales con patio. No todas tenían la misma
envergadura ni la misma calidad, ya que no todas pertenecían a la
alta nobleza, sino que también a un segmento intermedio de la
población: la pequeña aristocracia, las clases medias
profesionales, el funcionariado, el clero y la mano mayor
rural.
En la actualidad algunos han pasado a manos de las instituciones
o fundaciones, pero en otros siguen viviendo sus propietarios.
Ultima Hora se interesó por conocer cómo vivían la festividad del
Corpus Christi algunos miembros de asoleradas familias propietarias
de casas señoriales situadas en la ruta de paso de la procesión. La
primera visita la efectuamos a un edificio catalogado como
monumental. Se trata del palacio Vivot, situado en la calle
Zavellá, cuyos propietarios son los condes de Zavellá, Pedro
Montaner Sureda y María Zavellá. El dueño de la casa, comandante de
Infantería de Marina, a quien sus más alegados llaman Perico,
conseva buen recuerdo de la fiesta religiosa. Cuenta que «en esta
fecha venían los tamborers de la sala y tocaban en el patio para
anunciar la solemne festividad. Este día iba a la Seo a la misa y
se reunía mucha gente. Me acuerdo que había presencia de militares,
ellos estaban esperando en formación y rendían honores al paso del
Santísimo». Su esposa, la condesa, recuerda que «al salir del
oficio íbamos a ver pasar la procesión a casa de las hermanas
Oleza, en la calle Morey, donde era costumbre lanzar al paso de la
custodia pétalos de flores. La costumbre del Corpus es una
tradición que se mantiene viva entre las personas que seguimos
viviendo en el barrio antiguo». Los condes de Zavellá nos mostraron
varias estancias, todas ellas de gran interés cultural, entre las
que destacan salones muy suntuosos que exiben decoración pictórica
atribuida al ensamblador italiano José Dardanone, a quien se le
adjudica también la construcción.
Amalia Estabén
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