Jaume Matas ya es el presidente de la Comunitat Autònoma al
conseguir la mayoría absoluta de los votos de la Cámara autonómica.
En uno de los plenos de investidura más suaves que se recuerdan, la
oposición se mostró deprimida, casi incapaz de asumir la derrota
del pasado 25 de mayo. En el otro extremo, un PP reforzado con los
resultados electorales, se mostró partidario de trabajar en firme
para resolver los problemas de la ciudadanía, haciendo especial
hincapié en los asuntos económicos. Una idea que los partidos de la
oposición criticaron como «proyecto desarrollista» basado en la
masificación y la especulación.
Se vieron en el Parlament las dos caras de la moneda, la del
triunfo y la del fracaso, y las distintas formas de ver la realidad
y el futuro de Balears. Mientras los planes de Matas para atajar el
parón económico que padecemos se basan en inversiones millonarias
procedentes de Madrid para construir carreteras, desbloquear las
moratorias urbanísticas y relanzar el turismo, los del Pacte de
Progrés insisten en las bondades de la ecotasa, del paréntesis en
la construcción y de la moderación a la hora de proyectar nuevas
vías.
El electorado ha otorgado su confianza a Matas, pero sería bueno
que se acepte que no se puede hacer tabla rasa. Muchas de las
iniciativas del Govern del Pacte, salvo aquéllas rechazadas en el
programa del PP, merecen ser tenidas en cuenta y mantenidas. Ojalá
ese espíritu conciliador que Matas ha planteado en sus
intervenciones sea una realidad constante durante los próximos
cuatro años.
De todos modos, gobernar no es fácil y Matas lo sabe. Tras la
euforia de los primeros días vendrán días más difíciles, cuando no
se encuentren soluciones inmediatas para todos los problemas. Pero
esto llegará más adelante. Hoy es día de celebraciones. Matas y el
PP tienen todo el derecho a disfrutar de su victoria.
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