En el extremo sur de Mallorca, siguiendo el largo litoral vírgen
de las tierras de s'Avall, llegamos a las playas de Cala en Tugores
y es Caragol, sublime expresión de naturaleza salvaje e intocada en
un marco paradisíaco. Para alcanzar este recóndito lugar rodeado de
la magia de una soledad secular, podemos optar por seguir a pie el
sendero que parte de la Colònia de Sant Jordi, a una distancia de
más de cinco kilómetros, o emprender la caminata desde el faro del
Cap Salines, distante tres kilómetros de la primera y uno y medio
de la segunda.
Cala en Tugores se sitúa entre Punta Plana y Punta Gelera y se
extiende unos 200 metros en las cercanías del Estany de ses Gambes,
una laguna de gran interés ornitológico, dentro de la finca de
s'Avall y también del Estany dels Tamarells, llamado así por la
abundancia de tamarindos. Es Caragol es un impresionante arenal de
medio kilómetro de longitud rodeado de pinares y campos de cultivo,
frente a un cristalino mar azul claro que se abre frente a la
cercana isla de Cabrera.
Los islotes de Can Curt y Punta Negra cierran su magnífica
concha de fina arena blanca que, en pleno verano de un día laboral,
apenas congregan a cuatro o cinco personas, llegadas en lancha. La
belleza natural constituye un aliciente para el fondeo en este
poético enclave, apartado de las urbanizaciones y playas cada vez
más masificadas. Es el Mediterráneo y Mallorca en estado puro lo
que percibimos al llegar, un regalo para los amantes del paisaje
marino y un himno a la azarosa conservación del entorno frente a la
ignonimia depredadora, causante de la destrucción de tantos parajes
pintorescos.
Gabriel Alomar
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