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J.J.SERRA / S.CARBONELL
La gente está harta. Incluso los acérrimos partidarios del verano como la estación del sol, la playa, las vacaciones, las cenas «a la fresca» (¿?) y la carga de energía reconocen su hastío por un estío que no acaba nunca.

Curiosamente, Balears no ha vivido un verano de grandes récords absolutos de temperaturas. No hemos sufrido los 40 y pico grados de la Península. La cuestión es que los veranos de épocas pasadas tenían truco. Siempre había unos días de lluvias, pero lluvias de verdad, y jornadas de ambiente refrescante. A final de agosto regresaban las primeras chaquetas y las camisas de manga larga. El problema de este año es que, sin récords, desde junio hemos asistido a una extraordinaria estabilidad de temperaturas máximas superiores a los 30 grados. No ha habido tregua. Un día tras otro, y así durante al menos dos meses, ha hecho mucho calor. También ha influido mucho el que las mínimas fueran igualmente muy altas, entre 22 y 28 grados por lo general. Es decir, de noche no ha refrescado.

Palma cerró junio como el más caluroso de su historia registrada, y eso que se remonta hasta 1865, con una media de temperatura de 26'2 grados. Ninguna de las medias anteriores se le acerca. La segunda media más alta de junio en Palma corresponde a 1878, con 24'5 grados. En el resto de Mallorca, junio de 2003 fue el más caluroso en los últimos 30 años, con 4'5 grados sobre la media histórica.