Los chicos se mostraron muy ilusionados en todo momento. Foto: SEBASTIÀ AMENGUAL

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La cara de un niño es siempre muy expresiva, refleja claramente lo que pasa por su interior. Algunos niños no tienen la suerte de poder disfrutar cada día del calor de una familia, algunos incluso no lo han vivido nunca, y eso se puede notar en su expresión. La ONG Infants del Món hace diez años que posibilita que una gran cantidad de niños procedentes de Rusia, todos ellos huérfanos y pertenecientes a zonas con un grado elevado de contaminación, pasen uno de los meses de verano con una familia mallorquina, pudiendo así involucrase en ella como uno más.

Este año han llegado a la Isla un total de veintitrés niños de la ciudad rusa de Murmansk, situada en el norte del país, para pasar el mes de agosto, con la posibilidad de tener la vida que cualquier persona se merece. Ayer se reunieron todos los niños en el Castell de Bellver y, después de realizar una pequeña visita por todo su interior, se dirigieron a Aquacity para pasar allí el resto de una jornada amena y divertida para ellos. Se les veía felices con sus familias de acogida, y nunca borraron la sonrisa de su cara. Uno de ellos afirmó que «las familias son muy buenas, igual que la gente», y que ha visto «muchas cosas que en Rusia no hay». Todos coincidieron en decir que les encanta el sol y las playas que han encontrado en la Isla.

Sebastià Roig, presidente de Infants del Món, comentó que «algunos niños están psicológicamente afectados» y que este mes que pasan en tierras mallorquinas «sirve como vacuna». Al ser preguntado sobre el problema de la comunicación entre niños y familas bromeó al decir que «el idioma internacional de las señas es el que funciona». Posteriormente añadió que tanto los padres que los han acogido como los propios chicos se suelen llevar siempre «un gran recuerdo» de la experiencia vivida conjuntamente.

Simó Mateu