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LEYRE QUINTANA
Vestido con ropa veraniega, ojos claros y melena mojada porque sale
de trabajar, unos le saludan y, otros, más tristes, se despiden
encantados de haberle conocido. «Os quiero ver animando a la
selección italiana en Portugal», ordena entre risas a un grupo de
turistas que abandona la Isla. La sonrisa y simpatía son sus armas
de trabajo y de ellas se vale para esforzarse diariamente en lo que
para él es una profesión de corazón: animador de hoteles. Así es
Steffan, el empleado más conocido, aquél que lleva escrita la
palabra diversión. Cada día se levanta con un reto en mente, a
saber, conseguir que los huéspedes disfruten de unas vacaciones
repletas de actividades y diversión.
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