Los orígenes de Palma Nova se remontan a los años 30, cuando se
proyectó una urbanización modélica en los terrenos de ses Planes,
de la familia Roses, siendo pionera en el historial turístico del
término de Calvià. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil
truncó aquel proyecto primigenio, que no vería la luz hasta
mediados de los años 50, aunque con un nuevo enfoque más abierto al
turismo de masas que llegaría con la década siguiente.
En la actualidad Palma Nova, que se reparte entre las playas de
Cala Blanca y es Carregador, aunque bastante saturada en verano,
conserva cierto encanto al mantener los edificios en primera línea
de mayor calidad, una altura moderada en consonancia con un paseo
bellamente arbolado de cierta elegancia estética. Otro elemento
emblemático conservado a efecto testimonial de sus orígenes
naturales es la emblemática pineda que, sumamente menguada respecto
a lo que fue, mantiene vivo un pequeño recuerdo sentimental de
aquella Mallorca paradisíaca de antaño. Sin embargo, durante estos
días de tiempo cambiante, el ambiente en la playa resulta algo
tristón y más propio de finales de octubre debido a las rachas de
viento fresco, así como a la lluvia intermitente y un cielo plomizo
con pequeños atisbos de claros.
Esta sensación aún se acentúa más en Son Maties por su mayor
amplitud y a la que podemos llegar siguiendo el agradable paseo
marítimo peatonal que bordea las tres playas y la Punta Nadala,
donde un hotel descomunal de fuerte impacto visual hurtó un
recoleto pinar que nunca debió desaparecer al tratarse de un
estratégico punto panorámico. Aqui, por desgracia, ya percibimos la
cercanía masificada de Magaluf.
Gabriel Alomar
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