El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es cierto, aprobó
por unanimidad el texto de resolución sobre Irak presentado por los
Estados Unidos. Alemania, Rusia y Francia cedieron más en pos de
recuperar el prestigio y la autoridad del organismo que por dar
cobertura a la posición norteamericana. Bush, por su parte, se ha
visto forzado a asumir un texto que hace unos meses ni se hubiera
planteado, más acuciado por la presión interna ante la sangría
económica y humana que supone la presencia de tropas de EEUU en
aquel país que por la oposición de otros países miembros del
Consejo.
Ante este nuevo escenario internacional, el presidente del
Gobierno, José María Aznar, retaba al secretario general del PSOE,
José Luis Rodríguez Zapatero, a situarse tras una pancarta
oponiéndose ahora a la ONU. Aznar olvida que el respaldo del
Consejo de Seguridad se produce ahora y no cuando se registró aquel
movimiento de oposición a una guerra que fue finalmente inevitable
por culpa de las posturas intransigentes de España, Reino Unido y,
muy en especial, Estados Unidos, después de aquella cumbre
celebrada en las Azores.
El nuevo texto aprobado por la ONU establece por lo menos una
fecha para que se presente un calendario de traspaso de poderes a
las nuevas autoridades iraquíes, y eso ya supone un avance
importante con respecto a hace tan sólo unos días. Y, ciertamente,
da mayor margen para que Naciones Unidas juegue un papel algo más
activo. Ciertamente no se trata de la mejor de las resoluciones
posibles, pero da lugar a la esperanza. Eso sí, siempre y cuando en
el futuro próximo se pueda ver un traspaso de poderes pacífico y
con el mayor acuerdo político posible por parte de todas las partes
implicadas.
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