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La cena anual del Fomento del Turismo de Mallorca se ha convertido en los últimos tres años en una auténtica reválida de fin de año para el Govern de turno y un balance de la situación real del sector turístico. Se podrá estar o no de acuerdo con el presidente del Fomento, Miquel Vicens, pero no se le podrá achacar falta de claridad en la exposición de sus opiniones. No hace un discurso complaciente e institucional. Todo lo contrario. Para dejar claro cuál es el sentir del Fomento no escatima las críticas. De ahí que sea un auténtico termómetro para evaluar el grado de satisfacción e inquietud empresarial. Esté quien esté sentado en la mesa presidencial, Vicens incide en aquellas cuestiones que preocupan a la industria turística y pretende ser la «voz» de todos ellos. El miércoles pidió más dinero para promoción, menos intervención del Govern, más inversión en infraestructuras y criticó duramente al Ejecutivo al recordar que «gobernar es priorizar inversiones, algunas de las cuales no entendemos...».

En la fiesta de este año se proyectaba la sombra del pasado 25-M. Se ha pasado de un enfrentamiento abierto a un restablecimiento de relaciones. Ni Antich ni Alomar acudieron hace un año a la cena del Fomento. En esta ocasión, el propio Matas cerró la gala.

Ya hay diálogo, no hay ecotasa, pero la situación turística no mejora como se esperaba. Los mensajes subliminales están a la orden del día y todo hace indicar que se vislumbra un 2004 un tanto inquietante por los interrogantes turísticos y económicos. El Govern insiste en que sumando esfuerzos se conseguirá remontar la situación turística actual, «porque creo en la fortaleza del empresariado balear y su capacidad de superación y regeneración», apuntó el presidente Matas, en su intervención final. La realidad es como es y no caben los triunfalismos, pero al menos hay un objetivo común: relanzar el nombre de Balears en el mercado turístico europeo.