La polémica con Carod llega hasta las Islas. Era previsible que
el monumental lío armado por el ingenuo intento de desarme de
Carod-Rovira llegara a las Islas. La coalición de progresistas
creada para las elecciones generales incluye en sus filas a los
representantes de ERC en las Islas, lo que dibuja la diana perfecta
para recibir duros ataques del PP de aquí a las elecciones
generales. Y en las siglas PP se incluyen las advertencias lanzadas
en Palma al partido de Carod-Rovira por el propio ministro de
Justicia, José María Michavila.
Polémica superada en tiempo récord. Sin embargo, tras las
esperadas críticas iniciales, la polémica parece haberse diluido en
Balears como un azucarillo en leche caliente. ¿Es una estrategia
del PP? Todavía es pronto para responder a esta pregunta porque es
prematuro aventurar qué derroteros tomará el debate general de la
campaña electoral. Puestos a especular, el mejor escenario para los
populares sería el 5-2-1, es decir, cinco diputados para el PP, dos
para el PSOE y uno para los progresistas. El 5-3 (5 PP, 3 PSOE), se
interpretaría desde la dirección popular en Madrid como una mejora
de los resultados socialistas, que ahora tienen dos diputados. En
este análisis especulativo, la labor del PP se basaría en tratar de
desgastar al PSOE y dejar a los progresistas a su aire. Y para eso
lo mejor, es dejar a un lado a Carod y sus veleidades de premio
Nobel de la Paz.
Otro lío, pero en clave interna: UM-oposición. El otro lío de la
semana debe leerse exclusivamente en clave interna y es el que
protagonizan el gobierno de Maria Antònia Munar y la oposición. La
última batalla la ha provocado la decisión de Munar de no llevar a
pleno una moción del PSM sobre carreteras que ya se había debatido
previamente.
Aguantar control, aunque sea repetido. Puede que la presidenta
del Consell tenga todas las de la ley para tomar una decisión así,
pero también es cierto que UM deberá comenzar a acostumbrarse a
tener una auténtica oposición en la institución insular. Si el PSM
se empeña en llevar al pleno un día sí y otro también la misma
moción, el gobierno insular debe aguantar. Ello no obsta para que
la oposición también se lleve su parte. Mal andamos si todo lo que
se les ocurre en su labor de control al gobierno es presentar y
representar el mismo asunto pleno tras pleno.
Los cambios en el Consell de Mallorca. La semana se ha ido con
un cambio en la estructura del Consell decidida por la presidenta
Maria Antònia Munar. Por no salir del tópico, ha sido la crónica de
un cambio anunciado desde que se celebró el último congreso de UM.
La cúpula de los nacionalistas ya dijo que quería una dirección del
partido cohesionada, y eso pasó por no incluir a ningún
representante del sector crítico en el Consell Polític de UM.
Trasladar esta filosofía al gobierno insular era cuestión de días,
como se ha comprobado esta semana con la salida del gobierno
insular del único representante crítico que quedaba en el
organigrama del Consell.
El otro cambio, doloroso y repentino. Pero la semana política ha
dejado otro cambio en el gobierno insular mucho más doloroso. La
muerte repentina de Ferran Trujillo obligará a Maria Antònia Munar
a nombrar otro conseller de Presidència, Francesc Buils, con casi
toda seguridad. Sin embargo, esta es la parte más prosaica de la
muerte de Trujillo, uno de los escasísimos políticos que ha logrado
elogios de compañeros de todos los partidos políticos. Trujillo
deja con él un talante político que se encuentra en franca
retirada: el diálogo frente a la crispación y el sentido del humor
frente a la tensión constante.
Maria Umbert, un nombramiento anunciado. La propuesta del Govern
para que Maria Umbert sea la directora de la futura televisión
autonómica de Balears, nombramiento anunciado por este periódico,
demuestra a las claras una cosa: Jaume Matas se ha volcado de lleno
en el proyecto de televisión pública. Lo demás, para Rosa
Estaràs.
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