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«Estoy muy verde, Mallorca es grande, una Iglesia compleja. Me siento muy a gusto, me han recibido muy bien, pero debo sumergirme en la Diócesis para conocerla», afirmó ayer el nuevo obispo, Jesús Murgui Soriano, quien empezó su ministerio apostólico con un programa de visitas a diferentes entidades para conocer la realidad de la Diócesis. Por la mañana visitó la residencia de la tercera edad de las Hermanitas de los Pobres y la cárcel. Por la tarde se desplazó a los talleres de Cáritas Diocesana en Verge de Lluc y visitó la residencia de personas mayores de Sant Vicenç de Paül, en la que viven sacerdotes jubilados. Terminó la jornada presidiendo la misa en el Seminario de Palma, donde tuvo la ocasión de reunirse con los seminaristas de Mallorca.

Murgui llegó sobre las 10 de la mañana a la residencia de las Hermanitas donde fue recibido por religiosas e internos. Durante su alocución en la capilla, ante unos 70 asistentes, lanzó un mensaje de amor a Dios y al prójimo. «Les animo a que quieran al Señor, a que se quieran a sí mismos y a sus compañeros. Vivir sin amor no es nada, es un infierno. Vivir sin amor es una barbaridad», afirmó.

Jesús Murgui, quien el pasado domingo conoció el Santuari de Lluc, se desplazó a continuación a la cárcel de Palma. Allí fue recibido por el director del centro, Fernando Díaz, quien le acompañó durante su visita a las instalaciones. Visitó durante media hora el módulo de internamiento para hombres, a quienes prestó apoyo moral y, a continuación, visitó el área de mujeres donde se interesó por el caso de una reclusa cuya hija de cinco años murió recientemente.