Lo que no ocurre en las autonómicas, sí sucede en las elecciones
generales: al ser Balears una cirunscripción única al Congreso, los
partidos presentan una candidatura común que se vota en las tres
Islas. Tradicionalmente, y desde los primeros años de la
democracia, las listas al Congreso suelen estar encabezadas por un
representantes de Mallorca y los partidos con más posibilidades
(hasta ahora, PP y PSOE) reservan los números dos y tres para
representantes de Menorca y de Eivissa.
De cara a las elecciones del domingo, el PP presenta como número
dos a un ibicenco (Enrique Fajarnés) y como tres a un menorquín
(Juan Salord). Por el PSOE, una mujer menorquina (Gracia Muñoz)
ocupa el número dos y un ibicenco (José Ramón Mateos) va de tres.
De repetirse los resultados, el PSOE se quedaría sin representante
en Eivissa. Ni Mateos, ni Muñoz, ni Salord ni Fajarnés han
protagonizado ningún mitin en Mallorca. Son, en este sentido,
personas auténticamente «desconocidas» para la Isla que aporta
mayor número de votantes. Esta «regla no escrita» de reservar los
números dos y tres de la lista a Eivissa y Menorca provoca, por
ejemplo, que algunas personas a las que se quiere potenciar
internamente queden «relegadas» al cuarto puesto. Es lo que ha
sucedido en el PSOE con Isabel Oliver.
Joan Antoni Salas, secretario de Organización del PSM, recuerda
que -aunque no de una forma tan rígida- también Progressistes ha
respetado las cuotas insulares. Con la complejidad añadida, aclara,
que también se han tenido que contemplar la variable coalición y la
variable paridad. En la candidatura de Progressistes hay
representantes de todas las Islas y de cuatro partidos. «Realmante
ha sido difícil», comenta.
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