Presidida por primera vez por el nuevo obispo de Mallorca, Jesús
Murgui, ayer tuvo lugar la tradicional bendición del Domingo de
Ramos en el patio de la residencia sacerdotal de Sant Pere i Sant
Bernat, a las 10.00 horas, desde donde la comitiva salió en
procesión hasta la Catedral. La bendición inauguró los actos y
celebraciones de Semana Santa.
Como cada año, muchas personas se concentraron en la residencia
sacerdotal de Sant Pere i Sant Bernat, donde se ofreció a los
presentes ramas de olivo para su bendición. En el patio de la misma
se encontraba el coro de la Catedral, que acompañó la ceremonia con
cantos populares.
Poco después, la comitiva y el público se dirigieron en
procesión a la Catedral, mientras el coro entonaba eLaudate
Jerusalem, dando inicio a «la semana mayor de la fe y la
redención», como afirmó Jesús Murgui.
La cruz procesional, adornada con palmas, presidió la procesión.
Los sacerdotes de la comitiva vestían de rojo, «color litúrgico que
en la conmemoración de Jesucristo sólo se viste el Domingo de Ramos
y el Viernes Santo, en recuerdo de la sangre que vertió Jesús para
la salvación de los hombres», afirmó monseñor Alcina, delegado
diocesano de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso.
El Domingo de Ramos escenifica la entrada de Cristo en la ciudad
de Jerusalén: «Los reyes entraban rodeados de soldados mientras
eran agasajados con todo tipo de pompa y boato. Mientras, Jesús
entró en un asno y la gente le reconoció como Mesías con un
sencillo gesto, palmas y ramas de olivo. Los reyes se dirigían al
palacio; Cristo, a la cruz», relató Alcina.
Así, la procesión entró por el Portal Mayor en la Catedral,
prácticamente llena, ante la atenta mirada de la gente, que se
acercó al pasillo central para no perder detalle. Al final de la
misma caminaba Jesús Murgui, en recogimiento, y con él, el vicario
general de la Diócesis, Andreu Genovart, visiblemente
emocionado.
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