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La segunda edición de la «Davallada als inferns», organizada por el Consell de Mallorca, comenzó ayer en Santa Eugènia, después de la suspensión el viernes de la primera carrera en sa Pobla por culpa de la lluvia. En esta carrera insular de «carretons», definidos como vehículos de construcción propia no motorizados, participarán este año 21 municipios de la Isla. Se irán realizando competiciones en los diferentes pueblos hasta la celebración de una gran final. Ayer en Santa Eugènia se pudo comprobar que para ponerse a los mandos de uno de estos «carretons» hace falta mucho valor, ser algo temerario y también buenas dosis de humor.

Descendieron hasta los infiernos con tal velocidad que parecían bólidos a motor. También en Ariany. No obstante, todos eran vehículos a tres ruedas sin motor, con una característica común, su originalidad tanto en la estética, como en la puesta en escena. A pesar de que el día desapacible y la lluvia amenazaron hasta el último momento con la suspensión de la carrera, finalmente los «carretons» se lanzaron por una pendiente bastante pronunciada de la carretera de Ariany, que tuvo que ser cortada. Fueron diez los bólidos participantes que recorrieron 800 metros hasta la meta final. Nadie del pueblo se quiso perder a los intrépidos concursantes que presentaron unos triciclos de lo más originales.

Los organizadores habían preparado un circuito desde la plaza del Puget hasta el polideportivo por donde se tiraron cuesta abajo un total de nueve participantes. El recorrido de ayer no era muy peligroso y los «locos» pilotos tan sólo tenían que poner especial atención en un par de curvas especialmente acondicionadas. Numerosos vecinos se situaron a lo largo del recorrido para animar a los participantes, algunos de los cuales hacían sonar cacerolas y cencerros en su vertiginoso descenso. El primer premio por tiempos fue para el «carretó» denominado «Super Perrari», mientras que los premios al mejor diseño y puesta en escena fueron para el «Es KulBus».

Luis Planas/C. Veny