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José Luis Rodríguez Zapatero se ha convertido en el quinto presidente del Gobierno de la democracia española desde 1977, al obtener la mayoría absoluta necesaria para su investidura en primera votación gracias al apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya (IU-ICV), el Bloque Nacionalista Galego (BNG), Coalición Canaria (CC) y la Chunta Aragonesista (CHA), amén de los votos de su propio partido, el PSOE. A lo largo del debate de investidura se ha podido apreciar un nuevo talante que abre las puertas a un período que puede resultar tremendamente fructífero si el diálogo y el consenso cuajan como una nueva forma de gobernar frente a la prepotencia que siempre ha sido la característica de las mayorías absolutas. Y la última legislatura de Aznar no fue precisamente una excepción.

Precisamente este talante abierto puede hacer posible que se avance en un mayor desarrollo del estado de las autonomías, estancado en los últimos años debido a la intransigencia mostrada por el Ejecutivo central. Cierto es que existe el compromiso de reformar el Estatut de Catalunya, pero también debe mirarse hacía el resto de comunidades, no hacerlo sería cometer un agravio imperdonable. Afortunadamente, subsanó ayer el error de haber olvidado la cita de Balears que contemplaba su discurso del primer día de debate. No haberlo hecho habría sido una desconsideración.

Aunque existen otros asuntos de la máxima gravedad, como por ejemplo el terrorismo, a los que Rodríguez Zapatero deberá hacer frente contando con el mayor apoyo posible, como ya ha anunciado, aunque no va a ser tarea fácil. Muchos son los ámbitos en los que va a tener que bregar y va a tener que hacerlo negociando cada uno de los asuntos. Pero puede que éste sea uno de los aspectos más ilusionantes de este nuevo período. Gobernar desde la negociación y el diálogo puede conducirnos a mejorar en muchos aspectos. El camino acaba de iniciarse, veremos si finalmente se cumplen las expectativas.