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Ayer, tras una mañana que hemos dedicado a visitar la iglesia que el abuelo de Toni Yoh regaló a la ciudad de Haimen, junto con un instituto, nos acercamos a ver solares y pequeñas fábricas de ladrillos próximas al río Yang-Tsê, algunas modestísimas por no decir prácticamente obsoletas. Tras el almuerzo llega el momento en que los empresarios mallorquines que han viajado a China se van a entrevistar con Shi Piang, responsable de la Cámara de Comercio de Haimen. Toni Yoh, que está en todas, se ha traído a la reunión, que tiene lugar en el despacho oficial de aquél, la bandera mallorquina, que se sostiene en una peana y que él coloca sobre la mesa. Shi, que no quiere ser menos, sitúa a su lado dos banderas nacionales chinas. Por espacio de casi tres horas ambas partes negocian las condiciones de venta de un solar de 35.000 metros cuadrados situado a no mucha distancia del Yang-tsê, que el Gobierno chino quiere que se destine a una fábrica de materiales de construcción, cosa que le viene que ni pintada al grupo, especialmente a Yoh, Rodríguez, Ballester y Rosselló, a quienes esta idea les ronda desde el primer viaje.

Las condiciones que propone el Gobierno chino a través de su portavoz, Shi, son simples: la cantidad a abonar por la adquisición de dicho terreno, de 35.000 metros, cuadrados no es muy alta. Sale, más o menos, por lo que cuesta en Palma un piso nuevo de dos habitaciones. En cuanto a la forma de pago, éste se hará efectivo el primer mes a partir de la firma del contrato. Se les advierte que el precio puede subir a partir del uno de mayo, pues todo el mundo sabe que esta zona, a nada que se construya el puente sobre el río, lo que supondrá acercarla más a Shanghai, se disparará en todos los aspectos, especialmente en los precios de los terrenos. En otro de los puntos del contrato se lee que el Gobierno chino considera que en el plazo de dos años la fábrica ha de estar ya funcionando. En lo que respecta a impuestos, el comprador no abonará ninguno durante los dos primeros años, siendo sólo el 50% de los ordinarios en los siguientes, o sea, el tercero, cuarto y quinto año.

Se les comunica que el solar puede salir completamente gratis si la inversión es superior a los dos millones y medio de euros, o si al año facturas 5,5 millones de euros. Mientras que Toni Yoh se muestra más partidario de adoptar la primera fórmula, -«aunque eso lo tendremos que decidir entre todos», señala- Ballester está convencido de que se podría hacer de cualquier modo, «pues entre obra civil y maquinaria nos vamos a gastar más de esos dos millones y medio de euros, y espero que una vez que funcionemos, facturemos cada año, si no en el primero sí a partir del segundo, esos cinco millones y medio de euros... Aunque como bien dice Toni -apostilla-, el modo en que lo hagamos será algo que debemos decidir entre todos».

Pedro Prieto