La Encuesta de Población Activa acaba de desgranar los datos de
paro de los tres primeros meses del año -la última etapa del
Ejecutivo Aznar- con unos resultados que, si bien no son
alarmantes, sí que muestran cierta ralentización en el ritmo de
crecimiento del empleo en nuestro país. Algo que tampoco resulta
del todo extraño en una temporada del año en que muchos negocios
permanecen con la persiana echada, especialmente en las zonas que
viven mayoritariamente del turismo, como la nuestra.
Pese a ello, sí que se detectan elementos a los que los nuevos
responsables de Economía y Trabajo del Gobierno de Zapatero deberán
prestar mucha atención. Uno de ellos es el paro en el colectivo de
los que buscan su primer empleo y de quienes llevan más de tres
años parados, grupo éste particularmente sensible. Otro elemento
recurrente es la tasa de temporalidad, superior al treinta por
ciento, más del doble de la media europea.
Así las cosas, todavía permanecen desempleadas más de dos
millones de personas y superan el medio millón los hogares con
todos sus miembros en paro. De ahí que los 18.500 parados menos que
se han registrado en los últimos doce meses resulten una cifra casi
ridícula.
Empresarios y sindicatos esperan las respuestas del nuevo equipo
de Gobierno, que ya ha prometido penalizar la temporalidad y
aumentar el salario mínimo interprofesional. Medidas positivas, sin
duda, que sin embargo contribuirán poco a la tarea de reducir las
listas de desempleados. La clave está sin duda en un aumento
intensivo de la población activa -sobre todo por la llegada de
inmigrantes- que el mercado laboral se muestra incapaz de asimilar.
A todo ello deberá enfrentarse el nuevo Ejecutivo con tesón y con
responsabilidad.
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