Como cada sábado la mañana empieza temprano para los numerosos
feriantes que exponen sus productos en el mercadillo o baratillo de
ses Avingudes de Palma. Después de una mañana de intensa actividad,
alrededor de las 13.30 horas empiezan a desmontarse los puestos de
venta. Y llega la hora de recoger los restos, tarea de limpieza en
la que colaboran muchos feriantes, además del personal de
Emaya.
Como decíamos, a las 13.30 horas, empiezan a aparcarse las
furgonetas y vehículos de los feriantes en las aceras próximas a
las glorietas donde se instala el mercadillo de Palma para recoger
el género.
Papeles, plásticos y cajas de cartón, es lo que más abunda tras
la retirada y, partir de esa hora, los propios comerciantes
ayudarán a retirar este tipo de basura, aunque no son todos los que
colaboran. Poco después, alrededor de las 14.30 horas, cuando los
puestos de venta ya han sido totalmente desmontados, entran en
acción los camiones de limpieza y los operarios de Emaya.
Las máquinas para arrancar la suciedad que ha quedado pegada en
el suelo y las de agua caliente a presión son imprescindibles para
que, en torno a las tres de la tarde, quede limpio el espacio donde
cada sábado se habilita el mercadillo de las Avingudes, así como
los 93 puestos que conforman el rastro, en las inmediaciones de la
calle Mateu Enric Lladó.
Los martes, jueves y sábados por la mañana se monta el mercado
exterior en Pere Garau, plaza que, por otra parte, ha sido polémica
ya que muchos vecinos han demandado que los vendedores ayuden a
limpiar la zona, así como el refuerzo de las brigadas de Emaya.
Restos de alimentos, plásticos, cartón, etc, han provocado que los
vecinos y otros comerciantes reclamen más contenedores, algo de lo
que en varias ocasiones se ha hecho eco este diario. Sin embargo,
la situación parece que ha mejorado y que los vendedores han
entendido que deben colaborar a limpiar el mercado exterior de Pere
Garau, uno de los más frecuentados por los palmesanos ya que son
muchos los «pageses» que ofrecen allí productos de calidad.
Como ilustra el reportaje gráfico, es a partir de las 14.30
horas, aproximadamente, cuando los vendedores empiezan a desmontar
los primeros puestos de venta, barren los espacios próximos a sus
puestos y llevan la basura a los distintos contenedores. No
obstante, a las 16.30 horas, cuando ya no queda nadie en la plaza,
se puede ver la cantidad de porquería que todavía queda en Pere
Garau, y es que no todos los vendedores arriman el hombro por
igual.
Alredededor de las cuatro de la tarde, quienes entran en acción
son las brigadas de limpieza de Emaya que, en aproximadamente hora
y media, dejarán limpia la zona donde se ha instalado el mercado.
Lo que no quiere decir impecable, ya que raro es el día que no
sople algo de viento, hecho que desplaza mucha de esta porquería
más allá de la plaza, generando lógicas protestas entre los
vecinos, los mismos que reclaman de quienes acuden a vender sus
productos que no se retiren sin haber dejado completamente limpia
la zona.
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