Día 2 de junio de 2004. Once de la noche. S'Arenal y la Platja
de Palma, entre plazoleta del Tai Tai y Calle del Jamón. Apenas hay
gente. Incluso la calle del Jamón, que es donde hay más gente, nada
tiene que ver con la de otros años a estas alturas del partido
turístico. Con decirles que la policía no había cerrado la calle
aún, como antaño reciente, está dicho todo.
En la zona del Tai Tai la desolación es total. Terrazas vacías y
hoteles -cuatro contamos- cerrados. En una de las cafeterías más
emblemáticas de la zona, además de restaurante y hostal, el
Verimar, no hay nadie. El encargado y el cocinero -16 años en la
casa- nos dicen que el año pasado por estas fechas la caja diaria
oscilaba entre los 1.000 y 1.200 euros. «Hoy -nos muestra la
recaudación-, desde las nueve y media de la mañana en que hemos
abierto, no hemos llegado a los 50 euros». Poco más o menos andan
las cosas en otra de las esquinas importantes de la zona, no hace
muchos veranos, abarrotadas. Nos referimos a la que está Sa
Fogaina. «El 'todo incluido' ha echado a perder lo poco que nos
quedaba. Y encima, no viene gente», se lamentan.
Guaita, del restaurante del mismo nombre -segunda línea- no
tiene a nadie esa noche. Basta ver la soledad del local. «Es más,
he tenido que cerrar la pensión que tenía alquilada. Le he
entregado las llaves al dueño porque no lo podía aguantar, incluso
dando habitación más desayuno a diez euros. No viene nadie». Guaita
es de los que ha dejado de creer en la clase política.
Pedro Prieto
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