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La ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, se comprometió a promover un plan de choque en materia de vivienda en el último Consejo de Ministros del mes de mayo. Estamos en junio -y aunque en asuntos como éste no conviene precipitarse- y de momento las únicas filtraciones que salen del Ministerio son confusas y, a veces, contradictorias.

Lo cierto es que durante el primer trimestre de 2004, cuando todos los augurios avanzaban que el crecimiento imparable del precio de la vivienda en España sufriría un ligero freno, el incremento ha sido nada menos que del 17'2 por ciento, una locura si tenemos en cuenta la diminuta medida en la que crecen, por ejemplo, los salarios, las pensiones o los dividendos del dinero invertido, principales fuentes de ingresos de los españoles.

Con este panorama algunos de los proyectos lanzados a la opinión pública por Trujillo parecen más bien erráticos. Lo último es pedir que suba el porcentaje de suelo que los promotores de viviendas ceden gratuitamente a los ayuntamientos cada vez que construyen. Si hasta ahora era del diez por ciento del terreno que el empresario compra -del que tiene que desprenderse por imperativo legal-, la ministra pretende elevarlo hasta el 15 por ciento, contando con esos terrenos, gratis, para construir equipamientos deportivos y sociales.

La consecuencia más inmediata sería, lógicamente, que el precio de los pisos construidos en esa promoción se incrementaría para compensar la pérdida sufrida por el empresario.

A este paso las 180.000 viviendas protegidas prometidas para el presente año no serán más que una promesa que se lleva el viento, porque el retraso es ya considerable. Y no parece que los pasos dados hasta ahora vayan a dar mejores resultados.