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Se enteraron por un anuncio en el periódico. La ONG Infants del Món buscaba familias mallorquinas de acogida para niños rusos que viven en orfanatos. La familia Carbonell-Bauçà, de Vilafranca, fue una de las afortunadas. Este año es su segunda experiencia. Natasha Gluhokva, uno de los 28 niños rusos que han venido a la Isla, es un soplo de aire fresco para el verano de esta familia.

Tiene siete años, unos ojos inmensos, una piel blanca que nos transporta al paisaje gélido de su país y una sonrisa contagiosa. Natasha ha disfrutado de la Isla un mes. El próximo 6 de agosto regresará a Murmansk, su región natal.

Lejos del orfanato en el que vive y de las miserias que padece su familia, la pequeña Natasha ha disfrutado de las calurosas temperaturas, la playa y el ocio, aspectos de nuestra vida cotidiana a los que ella no está acostumbrada. Cada día, cada hora, cada minuto... es una nueva emoción para la pequeña. Lo que más le gusta es conducir el coche de Jaume junto a él. También le encanta bañarse y disfrutar de un día de playa, aunque tiene que ir untada de crema protectora y a horas propicias, debido a su más que blanca piel.

Sus padres de acogida, Jaume y Francisca, la definen como una niña «muy abierta, muy agradecida, muy sociable... ¡un bombón!». No se separa de sus hermanas de acogida, Xesca y Gema, con las que comparte juegos y caricias.

El tema del idioma no ha supuesto un problema para ninguno de ellos. «A veces los que hablamos una misma lengua no nos entendemos ... con Natasha ha sido fácil», comenta Francisca.

Ha sido un mes fantástico tanto para Natasha como para toda la familia. Ahora llega lo peor, la despedida.

Samantha Coquillat