A Víctor Puerto le correspondió en suerte un enemigo que parecía
idéntico a su hermano, pero que no rompió. Las ganas de Puerto se
vieron frenadas por la flojedad del astado. Sólo algunos pases de
cara a la galería animaron al respetable. Mató de una media y la
faena fue sobradamente premiada con un apéndice. En el tercero de
la noche sorprendió que «El Juli» no ejecutara el segundo tercio.
Hasta entonces nada destacable. Con el tergal, el torero madrileño
se mostró tan soso como su oponente, a quien le costaba una
eternidad tomar el engaño. Abrevió el diestro madrileño y finiquitó
la faena con un estocazo y un descabello. Sin duda, lo mejor de su
apagada faena. Su labor fue silenciada.
«El Cordobés» salió muy decidido. Con la plaza entregada brindó
al público y comenzó su faena de muleta de rodillas en tablas. Lo
que no se entiende es que citara de tan lejos en la faena, llegando
a tener que dar más de diez pasos para que el toro embistiera. Con
decir que lo más destacable de su faena fue un par de besos en la
testuz y un desplante a pecho descubierto, con el animal medio
muerto de flojera, está todo dicho. Mató de una estocada y, ¡oh,
sorpresa!, el presidente le premió con dos orejas. No es de
extrañar que «El Cordobés» adore Mallorca. Ni su mujer debe de ser
tan generosa con él.
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