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En víspera de su vuelta a Londres, Claudia, su marido y su hijo salieron a navegar con otra pareja.

Fondearon cerca de sa Dragonera y, observando durante un rato el panorama sobre cubierta, entendimos por qué Claudia está tan blanca este verano: porque no toma el sol. Ni tampoco se baña. Permanece bajo el toldo que pocas veces abandona. Eso sí, esta preciosa. Usa bikini rojo y pareo, que ciñe por debajo de la barriga.

La jornada transcurrió sin grandes sobresaltos. Casper, que es ya todo un mocito, estuvo en todo momento controlado por sus padres. Cerca de las tres, almuerzo. La distancia entre ellos y nosotros es tal que no acertamos a ver de qué son los canapés ni la marca de la botella de vino. Sigue una breve sobremesa, y en lo que el crío se come una raja de sandía, los mayores juegan una partida de brigde, mientras que nosotros, sin perder de vista el barco, nos ponemos otra vez con los raons, que no pican ni a tiros. ¿Estaremos en el buen lugar? Creo que no.

Sobre las seis, levan anclas y el barco se pone en marcha, ahora deshaciendo el camino de la mañana. Media hora después están todos en tierra firme. Seguramente cuando la volvamos a ver, será madre de dos hijos. Pese a que es una antipática con los medios, le deseamos lo mejor.

Pedro Prieto
Fotos: Click