A sólo dos meses de la cita política más importante en Estados
Unidos de los últimos cuatro años, los dos candidatos a ocupar el
despacho oval de la Casa Blanca de aquí a 2008 están echando toda
la carne en el asador de la escenografía propagandística. «En este
país no elegimos candidatos -explicaba ayer un analista
norteamericano-, elegimos familias». Y, conscientes de ello, tanto
John Kerry como George Bush han hecho salir a la palestra a sus más
directos familiares para que les ayuden a conquistar el voto de las
mujeres, los jóvenes, los inmigrantes y las minorías.
Ayer eran las gemelas Bush -22 años- las que lanzaban mensajes
desenfadados en la convención que el Partido Republicano celebra en
Nueva York. Hablaron sorprendentemente de sexo, de sus problemas
con el alcohol y de su poco entusiasmo por la política. Días antes
fueron las hijas de Kerry -27 y 30 años- las que intentaron captar
el interés del votante joven, mayoritariamente abstencionista.
Pero ha llegado el turno, pasadas las caras famosas -la esposa,
las hijas y el sobrino de Bush, Rudolph Giulianni y el polémico
gobernardor de California, Arnold Schwarzenegger, que tontearon con
mensajes más propios de los demócratas, como el derecho al aborto o
al matrimonio homosexual- de las voces más serias de los
republicanos. Vuelve la cosa a su cauce y el Madison Square Garden
escuchará en las últimas horas de la convención el clásico discurso
de la derecha más dura, que defiende a ultranza el modelo
tradicional de familia -contra el aborto y la homosexualidad-, que
promociona el liderazgo de Bush como garante de la seguridad
mundial y cuestiona el papel de las Naciones Unidas.
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