Sor Ana Mateu, abadesa de las Clarisas Capuchinas de la Purissíma Concepció de la calle Jaquotot de Palma (cerca de la Rambla), nos atiende en la portería del convento después de haber asistido a la misa de las 8.30. Cuenta que está preocupada por lo que pasa cada noche junto a las puertas del mismo y en las escaleras del templo. Un grupo de jóvenes, chicos y chicas, que se ve que compran las bebidas en un bar próximo, se pasan las horas, «a veces hasta después de las tres de la madrugada», ahí, riendo, hablando en voz alta, a veces chillando, «sin dejar dormir ni a los vecinos ni a nosotras». Asegura que ha recurrido a la alcaldesa, «que es del Mallorca, como yo», a quien ha mostrado fotos de cómo queda la calle, y este año ha trasladado su protesta a la responsable de la Policía Local, Maite Jiménez, «quien a su vez lo ha notificado al policía de barrio, que ha venido y lo ha visto, pero la cosa sigue igual. Los chicos y las chicas han convertido las escaleras de la iglesia en un bar y ahí sigue a pesar de nuestras denuncias. En verano cada noche están hasta las tres o las cuatro de la madrugada, y en invierno sólo los fines de semana y vísperas de fiestas. Nos han dicho que por lo visto el problema está en que no hay policías suficientes».
Problemas con el botellón
Las Clarisas Capuchinas del convento de La Puríssima Concepció de Palma se enfrentan a la suciedad cada fin de semana
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