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En la Palma del siglo XXI todavía nos encontramos con casos como éstos. Pablo y «La Bombón», el primero salió del talego y tiene que pernoctar en una caja de cartón. El segundo duerme en un banco de la Plaza de los Patines. Pablo nació en el Jonquet hace 31 años. Era cerrajero hasta que se metió en la droga. Por ella tuvo que robar. «Me gastaba todo lo que pillaba, 10, 15, 20.000... y como no me alcanzaba el dinero tuve que robar, en ocasiones con violencia, asaltando casas». Y esos robos le llevaron a la cárcel. Palma, Extremadura (no precisa dónde), Castellón y Valencia. Salió ocho años después con una mano delante y otra detrás. «Me tuve que buscar la vida, pues mi padre había muerto, mis hermanos no quieren saber de mí y mi madre es mayor. Sin casa, me metí donde encontré, aunque me echaron siempre de donde estaba. Ahora he encontrado este sitio. A los vecinos les saco la basura y a cambio me echan una mano: me dan comida y ropa. Gracias a ellos, que si no... También paseo el perro de una señora y cuido a otra mayor. ¿La droga? Desde hace seis años ni la pruebo. Sigo un tratamiento de metadona y voy bien».

El problema está en dónde dormir. Ha ido al Hospital de Nit y «allí me han dicho que no hay sitio para mí. El único lugar en que me acepta es Sa Placeta, frecuentada por drogadictos. Nada tengo en contra de ellos, pues yo lo he sido, pero mejor evitar la tentación. Así que prefiero seguir aquí, debajo de estos cartones, antes que ir a ese sitio». «¿Conoces a Jaume Santandreu?», le preguntamos. «No, pero me han hablado muy bien de él, aunque creo que a mí no me aceptará por lo de la metadona. Tampoco sé cómo ir a Can Gazà», responde. «Ve a verle a la Plaçá d'Espanya -le aconsejamos-, está allí mañana y tarde. Háblale de tu caso... Es un buen tipo, Jaume. Ya verás cómo te echa una mano». Por su parte, «La Bombón», mariquita graciosa a quien un mal día le dio una trombosis que la dejó mal parada, en una posición sin oficio ni beneficio, que hizo que diera con sus huesos en Can Gazà, a principios del pasado verano. Cuenta que fue a llevar unos papeles a la Seguridad Social y al pasar por la 'plaza de los patines' de Palma «aquí me quedé, como si fuera un guardia forestal de este lugar».

Anteanoche le encontramos durmiendo a pierna suelta sobre un banco de madera de la plaza, vestido de arriba abajo para evitar el frío de la madrugada otoñal. «No tengo nada, sólo lo que llevo puesto, por tanto no hay miedo a que me robe alguien. ¿Que de qué vivo? De lo que me dan otros indigentes y de algo de comida que me trae una mujer que vive en la calle del Carmen. Pero ya me he cansado de estar aquí. Por favor, dile a Jaume Santandreu que me venga a buscar, que quiero ir a Can Gazà otra vez, con mi gente. Aquello es mi casa, y su gente, mis amigos. No tengo otra cosa. ¡Por favor, díselo!».

Pedro Prieto