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Cualquier paisaje adquiere una belleza extraordinaria cuando los rayos del sol se esconden e iluminan de oro todo el horizonte. Y el de Mallorca no iba a ser menos. Todas las tonalidades y formas que nos ofrece el cielo mallorquín son únicas y no pueden imitarse por el ser humano, por mucho que lo intente. Este fenómeno es un cuadro realizado por una artista que dispone de medios «celestiales». Su pincel sería la luz solar y el lienzo el firmamento. Los rincones más espectaculares de la Isla se tornan idílicos al atardecer, convirtiéndose en el más bello de estos cuadros. Por ello, cada día el ocaso recibe la visita de una gran cantidad de espectadores que desean presenciar el bello espectáculo del final del día. Sóller, Palma y sa Foradada son los lugares visitados por Ultima Hora para contemplar este regalo de la naturaleza.
Muchos han sido los poetas que han rendido tributo al amor utilizando como reclamo la puesta de sol. Y muchos también los enamorados que se han jurado amor eterno ante ella. Otros han disipado sus penas o han utilizado este fenómeno como fiel consejero. Todos y cada una de ellos han contemplado ese horizonte dorado con todo el asombro y el romanticismo que requiere porque pese a que sea un proceso diario, cada día las puestas de sol son distintas y personales. Cada persona las ve desde sus perspectivas y desde su interior.
El mar, una de las joyas paisajísticas de la Isla, es el fiel compañero de los atardeceres. Su fusión propicia uno de los mejores espectáculos naturales que tiene Mallorca. Los turistas, que son los que más admiran este fenómeno, quizás poco disponen de más tiempo, resaltan la diferencia con otros ocasos que se dan en otros lugares de la Península o del extranjero. Lo cierto es que el cielo es el mismo pero la belleza varía dependiendo del paisaje de cada lugar.
Samantha Coquillat
Fotos: J. Morey/M.À. Cañellas