Aunque no lo parezca, estamos a finales de octubre, casi en
noviembre. Y no lo parece porque el calor que hace nos recuerda al
que padecemos en agosto. La jornada de ayer fue un ejemplo de que
estamos viviendo un otoño muy veraniego, con temperaturas muy altas
y con un bochorno que obliga y permite la asistencia a la
playa.
Playas llenas, gente nadando o practicando algún deporte
acuático como, por ejemplo, ir en velomar; bronceador; calor;
sudor. La imagen dominguera de ayer se asemejó más a una de pleno
agosto que a una de finales de octubre. Cada año el verano se
alarga un poquito más, acortando los meses de invierno y alargando
el calor.
Para algunos, este hecho implica una gran alegría, sobre todo
para los turistas que nos visitan, mientras que para otros, tanto
calor supone un motivo de tristeza. Sea como sea, la realidad es
que Mallorca se encuentra en plena temporada estival. Los abrigos,
los jerseys de cuello alto o los pantalones de pana dormitan en los
armarios a la espera de tiempos mejores (o peores, según se mire).
Nadie ha osado todavía estrenar la nueva temporada luciendo aquel
chaquetón recién comprado. Todos seguimos vistiendo la ropa más
veraniega, tirantes y faldas cortas inclusive.
Incluso el bañador se mantiene firme. Sigue siendo una pieza
indispensable de los domingos, al igual que las chanclas, el
bronceador y la toalla. Si todo sigue igual, el bronceado se
perpetuará hasta diciembre, pudiendo celebrar las fiestas de
Navidad con un moreno más que aceptable. Aunque, conociendo el
tiempo, totalmente loco, puede que esta situación cambie
drásticamente y nos encontremos de repente con que el frío se ha
adueñado de la Isla. Por si acaso, vayan preparando los Cleenex y
los remedios caseros contra los resfriados. Como dice el refrán,
más vale prevenir que curar.
L. M.
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