Este joven de 27 años, licenciado en Derecho y especialista en
Cooperación y Desarrollo, explica su opinión del país africano.
«Costa de Marfil es, o era, un país envidiado por el resto de
Àfrica. Sus ciudadanos tienen un gran sentido del humor pero, por
diversas razones, se ha visto abocado al caos que vive en la
actualidad». Pau no quiso entrar a valorar las razones del
conflicto por el que atraviesa esta antigua colonia francesa. «No
soy un experto y no me atrevo a analizar qué ha pasado, ni quiénes
han sido los culpables. De todas formas, creo que no se puede decir
que haya sido culpa de unos u de otros, que haya buenos y malos».
Pau, que al igual que hizo ayer, atendió la llamada de este
periódico, aunque no quiso ser fotografiado -«que salga en los
medios de comunicación no ayuda a entender lo que ocurre en Costa
de Marfil», argumentó-, explicó cómo había vivido esta intensas
últimas horas. «Nos montamos en el avión pensando que nos iban a
llevar a Canarias, pero no sé por qué razones acabamos aterrizando
en Madrid. Después nos trasladaron a un hotel, cenamos y
descansamos. Por la mañana, me puse en contacto telefónico con la
organización para la que trabajo. Les expliqué brevemente lo que
había sucedido y como me dijeron que dentro de una o dos semanas
nos reuniríamos en París para tratar la cuestión más en
profundidad, me he venido a ver a mi familia».
Para él, la labor del Ministerio de Asuntos Exteriores español
ha sido muy destacable. «Nuestro avión fue el segundo que despegó
ayer (por la tarde del miércoles) del aeropuerto de Abidján, poco
después de que lo hiciera uno francés. El avión militar estaba en
una condiciones inmejorables y el trayecto fue muy tranquilo. Sin
embargo, sé de ciudadanos estadounidenses y canadienses que
tuvieron que pagar 350 dólares de su bolsillo para pagarse un
billete de un avión chárter que los trasladase a Ghana, que es el
país más cercano a Costa de Marfil».
Pau llegó a primera hora de la tarde a Mallorca y se trasladó a
la casa de su madre, que vive en Alaró. «Estos días sólo quiero
descansar y ya veremos qué hago e un futuro. Estudiaré los
proyectos que me puedan ofrecer. ¿Volver a Costa de Marfil? No lo
sé, no lo he pensado todavía. Estos días sólo quiero descansar y
estar con mi familia».
Durante su labor en el país africano, Pau trabajaba junto a una
ONG local. «Ibamos a los centros de acogida y hablábamos con la
gente joven, intentándoles explicar los valores de la democracia y
los derechos humanos».
Edificios en llamas
Sin embargo, desde la semana pasada prácticamente no pudo salir de
su casa, que compartía con otros compañeros de ASVP (Asociación de
Voluntarios para el Progreso), y el sábado fue el día más crítico.
«Nos enteramos de lo que ocurría a través de los miembros de la
comunidad extranjera que conocíamos y de amigos marfileños.
Nosotros desde la ventana veíamos edificios en llamas. De todas
formas, nunca sentí gran miedo, en el sentido de que no temí por mi
vida».
Como suele ocurrir en esta clase conflictos, la situación en la
capital, a pesar de la gravedad, parece que está algo más
controlada que en el resto del país, donde la evacuación de la
colonia extranjera se está convirtiendo en un auténtico
calvario.
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