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Los vecinos de la zona de Son Oliva ya no saben a quién recurrir para que sus calles dejen de ser auténticos depósitos de vehículos abandonados o retirados por el servicio de la grúa contratada por el Ajuntament de Palma. Las fotos, y muchas más que han llegado a la Redacción de Ultima Horason lo suficientemente ilustrativas y demuestran, porque nuestro periódico ya lo ha denunciado en diversas ocasiones, habiendo recibido la callada municipal por respuesta, la inoperancia de los servicios municipales de Cort en este terreno.

En el texto adjunto a las fotos, el vecino remitente lanza una llamada de «socorro» porque «nos están llenando de chatarra nuestra calles. Vehículos sin matrícula, con las ruedas pinchadas, sin asientos, sin faros, ventanas rotas. Están degradando la zona, especialmente frente al parque y el colegio. El comunicante se refiere a una empresa de chatarra, de la calle Julián Gayarre, como una de las supuestas causantes de esta invasión de chatarra. Según dice, «eso viene ocurriendo desde hace años y el Ajuntament es incapaz de poner fin a este terrible problema que degrada nuestro barrio y supone un mal ejemplo para los niños, que ya se han acostumbrado a que la chatarra forme parte del paisaje. Hay zonas que parecen Irak, pero no, es Palma».El remitente asegura que «en numerosas ocasiones, las grúas de Dornier, que trabajan para el Ajuntament, traen la chatarra a la empresa (cita el nombre), o la cambia de lugar; y suelen trabajar hasta en horas de madrugada, a escondidas».Sigue diciendo: «Y si con todo esto no teníamos bastante, los de las obras previas al soterramiento del tren de Inca están dejando la calle Miguel Fleta como un almacén de tuberías de todo tipo, sin ninguna clase de prevención, dejando intransitable y peligrosa la acera que comunica con el apeadero del tren en Son Oliva. A la gente no le queda otro remedio que pasar por entre las tuberías, algunas pesadas y peligrosas, amontonadas de cualquier manera en remolques, alguno de ellos con las patas de soporte medio torcidas y dando la sensación de que se van a hundir de un momento a otro, como ya ocurrió anteriormente cuando se construían los edificios de Los Olivos 2. Los contenedores tienen los portalones abiertos día y noche, junto a coches estacionados y la zona peatonal, en la que existen zanjas sin protección. Los niños ya han cogido tubos con silicona con la que han llenado la fuente, el suelo, las verjas de las casas y hasta la cabina de teléfonos. Todo un estado de dejadez y descuido», termina diciendo.

Los niños juegan dentro de los coches, orinan dentro, rompen los vidrios con martillos, los patean por encima, y hasta les prenden fuego, como contaba un niño de 9 años a otro de 10.