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Tempranito y con los ánimos bien calientes. El Sant Antoni de Artà es sin duda el más madrugador de la Isla. A las nueve en punto de la mañana las primeras notas detatachín tatachín tatachín antonià sonaron ante la «casa del trui».

Después de veinte años, la casa de Mossèn Gili, Obrer Major de Artà, fue de nuevo el emblemático lugar donde al salir el sol ya se huele el chocolate caliente con ensaïmada. A la «casa del trui» acuden todos los miembros de la Obrería para desayunar y cantar las primeras gloses. Después, Xisco Mora y Biel Ferriol se visten de dimonis.

Los pañuelos rojos, elemento indispensable del Sant Antoni de Artà, y las camisas blancas empiezan a invadir la calle de la «casa del trui». Este año, al coincidir la fiesta en domingo, el centro de Artà se quedó pequeño ante la inmensa cantidad de gente que acudió a la fiesta más sentida del pueblo. El ambiente vibra y el frío no importa, Sant Antoni es de todos y sobretodo «artanenc».

M. Puigròs / C. Veny