Cada vez que se repite el ritual de inaugurar un nuevo año nos
llegan datos estadísticos que así, de manera individual, quizá no
nos aclaren demasiado bien cómo está la situación, en qué punto nos
encontramos. Por eso a veces es bueno reunir algunos de esos datos
y verlos en conjunto, porque tienden a decirnos mucho. Y muy
sabroso.
Por ejemplo, uno de los datos más escalofriantes que hemos visto
estos días es el aumento del precio de la vivienda, que en Balears
registró nada menos que el espectacular incremento del 214 por
ciento en los últimos siete años. Pero no quedará ahí la cosa,
porque los expertos ya vaticinan para este año entrante una nueva
subida del diez por ciento.
Concluimos por esta parte que los habitantes de estas Islas
tenemos un poco más difícil (si no mucho) acceder a un hogar
propio. Pero lo es mucho más si tenemos en cuenta otro dato llegado
a la redacción recientemente: nuestra Comunitat Autònoma es la que
registró un menor incremento salarial en 2004 (un 2,9 por ciento),
por debajo del aumento del IPC, lo que nos hace perder nivel de
vida.
Mientras, la Asociación Familiar de Balears nos revela que para
una familia de las Islas, pasar sus vacaciones fuera puede
encarecerse hasta un ciencuenta por ciento en comparación con el
caso de una familia peninsular. O sea, un dato más para corroborar
las desventajas de la insularidad.
Para terminar, lo más indignante: una mujer cobra la mitad que
un hombre en el sector privado, diferencia que se limita al 10 por
ciento en el público.
Así que, en conjunto, el panorama es desolador (más para mujeres
y familias) y se ven pocos esfuerzos para corregirlo. ¿Será, como
dicen algunos, la Constitución europea una de las soluciones?
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