La Iglesia de Mallorca celebró ayer en el monasterio de La Real su
jornada anual dedicada a la vida consagrada. La ceremonia fue
presidida por el obispo de Mallorca, monseñor Jesús Murgui, y contó
con la presencia de religiosos y religiosas de todas las
congregaciones de la Isla. Este encuentro religioso estuvo
precedido por la tradicional bendición de las candelas por parte
del obispo y la entrada en el templo se hizo en procesión bajo los
acordes del canto de X. Morlans. El obispo, que presidió la misa de
acción de gracias a la vida consagrada recordó el importante papel
de la Virgen María en la vida de Jesucristo y de Simón como símbolo
de la esperanza de la humanidad en la fe.
Monseñor Murgui pidió a los religiosos y religiosas congregados
en la eucaristía que es importante «profundizar en el sentido de la
visión de la Iglesia» y en hacerlo más próximo a la sociedad. De
hecho el tema central de la jornada era la eucaristía y su lema:
«Una consagración apasionada. Desde la eucaristía testigos de la
pasión de Dios por la humanidad».
El obispo pidió a los religiosos que continuaran trabajando para
propagar la fe y que mantuvieran «la ilusión» y también concretó
que con esta fiesta dedicada a la vida consagrada finalizaba el
ciclo de Navidad. Uno de los momentos más emotivos de la misa fue
protagonizado por tres parejas que se aproximaron al altar para
entregar simbólicamente a sus hijos a la Virgen María. Los
pequeños, dos de ellos casi recién nacidos, fueron bendecidos por
el obispo de Mallorca. La celebración concluyó entonado el 'Cant
final' por parte de los religiosos y religiosas presentes en la
eucaristía.
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