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«Hacedle saber a mi mujer y a mi hija que siempre las he querido mucho y que soy un hombre inocente».

Éstas fueron las últimas palabras de Emili Darder y Cánaves, el último alcalde republicano de Palma, fusilado el 24 de febrero de 1937 (ayer se cumplieron 68 años) ante una tapia del cementerio de la capital balear. Débil, Darder no se sostenía en pie y fue fusilado en una silla. Había permanecido varios meses en el Castell de Bellver -que él recuperó durante su mandato para la ciudad, ya que era propiedad del Ejército- y luego fue trasladado al hospital. Allí, según testimonio de su viuda Micaela Rovira, se dirigió a los enfermeros con el encargo de transmitirles sus últimas palabras.

La memoria de Darder fue recuperada por el Consistorio de Palma, en 1979, tras las primeras elecciones democráticas, cuando el Ajuntament presidido por el socialista Ramon Aguiló colocó una lápida conmemorativa en la tapia ante la cual fue fusilado. Años después, en 1994, fue nombrado Hijo Ilustre de Palma.

Este año, el próximo día 2, Cort rendirá un homenaje a Emili Darder, el alcalde que dotó a Palma de una red de canalización de agua y alcantarillado y promovió la construcción de escuelas, algunas de las cuales todavía se mantienen. Además impulsó las primeras guarderías municipales para hijos de mujeres trabajadoras. Durante la Segunda República se construyeron en Palma más colegios que en los primeros veinte años del franquismo. El médico Emili Darder era un regeneracionista convencido de que «sólo la cultura puede hacer ciudadanos libres» e, incluso ayer, uno de sus sobrinos (Andreu Muntaner) mantenía que su asesinato no tiene otra explicación que ésa, que fuera, por encima de todo, un intelectual y un hombre preocupado por su gente. «Como Jesucristo», indicaba poco después de regresar junto a otros parientes de un homenaje familiar.

Eran las siete de la mañana de 24 de febrero de 1937 cuando un grupo de falangistas, que previamente habían estado bebiendo cazalla, dirigidos por un capitán de Artillería formó el pelotón de fusilamiento. Además de Emili Darder fueron abatidos Alexandre Jaume, Antoni Mateu y Antoni María Ques, políticos republicanos que llegaron por su propio pie. A Darder, dos soldados tuvieron que conducirlo en volandas.

Tenía 42 años. Había nacido en 1895. Médico preocupado por la salud pública, combinó su profesión con su inquietud cultural, siendo a los 24 años, uno de los promotores de Associació per a la Cultura de Mallorca. Siempre escribía en catalán, consideraba al mallorquín «un ser esencialmente individualista» y entendía que «hemos de despertar de nuestro sueño y abandonar nuestra calma».

En 1931, cuando se proclamó la Segunda República, Palma era una ciudad de 88.000 habitantes sin agua corriente ni alcantarillado. Antes de acceder a la Alcaldía en 1933 se encargó de las áreas de Sanidad y Educación. Introdujo el dibujo, la música y hasta la gimnasia en los programas escolares; aprobó un plan de reorganización de los servicios sociales sanitarios y creó dispensarios municipales, entre ellos para las mujeres que ejercían la prostitución.

Detenido tras el golpe de julio del 36, fue encerrado en Bellver (igual que Jovellanos, siglos antes) y fue acusado de «rebelión militar».